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Helenismo: Los cínicos (III)

  III

Diógenes de Sinope (404-323 a.C.)

 


Diógenes


La figura de Diógenes* ha eclipsado al iniciador del movimiento cínico, Antístenes, que en comparación con su discípulo, pasaría como ciudadano modelo, una especie de gentleman, si se me permite el anacronismo . Seguiremos las indicaciones de M.I.Finley**, en su artículo Diógenes el cínico, que se encuentra en su obra "Aspectos de la Antigüedad. Descubrimientos y disputas", traducción, Antonio Pérez-Ramos, Editorial Ariel, Barcelona, 1975. También seguiremos a Diógenes Laercio***. 


Finley, dedica el capítulo 7 a Diógenes el cínico. Una de las características del autor, es ponernos en guardia acerca de la facilidad inconsciente que nos permite saltar siglos de distancia como si de un ayer cercano se tratara. Casi todo lo que sabemos del personaje se debe a Diógenes Laercio (s.III). Por eso dice: (...) Al fin y al cabo las leyendas son más importantes que la realidad, puesto que fue el Diógenes legendario el que arrebató la imaginación y se convirtió en el símbolo que nos conserva la historia. El echar por tierra las leyendas es una bendición un tanto ambigua" (pág.119). Porque eso supondría inventarse otro Diógenes.


Diógenes nace en Sinope, "hijo de Hicesio, un banquero. Cuenta Diocles que se exilió, porque su padre, que tenía a su cargo la banca estatal, falsificó la moneda" (DL. VI,20). Sin embargo, "él mismo confiesa en el Pórdalo que había alterado la acuñación de moneda" (DL, VI,20). Así que el propio Diógenes se confiesa culpable, este hecho le obligará a exiliarse entre Atenas y Corinto, como nos dice Finley. En la nota 24 de las obra de DL, García Gual nos dice que Pórdalo, se podría traducir como "pedorreo". "Algunos piensan que es una corrupción y que el nombre en cuestión (aquí y luego en VI, 80) era Párdalis, "la pantera". De todos modos un título tan pintoresco no parece inapropiado para una obra de Diógenes." (pág.315)

   

En Atenas, "entró en contacto con Antístenes". La obstinación de Diógenes logro torcer la determinación del maestro. Así dirá que: "¡Pega! No encontrarás un palo tan duro que me aparte de ti mientras yo crea que dices algo importante" (DL, VI, 21). "Desde entonces fue discípulo suyo, y, como exiliado que era, adoptó un modo de vida frugal" (DL,VI,21).


Finley nos dibuja el magnetismo de Atenas que atraía a toda clase de personas, ya fuese Aristóteles, de posición elevada y cultura refinadísima a Diógenes que tuvo que huir y vivir una "existencia de mendigo haciendo luego de una tinaja su hogar y de las calles su 'escuela', calculadamente grosero y ofensivo, autor de muy pocas obras -si acaso escribiera alguna- (y éstas en forma de diatribas y tragedias burlonas) y sin hacer concesiones en su rechazo de toda ciencia y saber como inútiles o incluso algo peor: en una palabra, un hombre de espíritu e interés centrados en una dirección" (Finley, 7,121). 


DL nos inunda de anécdotas en un caleidoscopio lleno de frases y situaciones pintorescas. Imposible reproducirlas todas. ¿Qué dijo, filosóficamente hablando Diógenes? 


"Se paseaba por el día con una lámpara encendida, diciendo: "Busco un hombre" (DL, VI,41). Para Diógenes hombre es sinónimo de virtuoso. Ser virtuoso es prescindir de lo accesorio para centrarse en lo único importante: seguir los dictados de nuestra naturaleza. Utiliza el término "ponos" para referirse al esfuerzo y fatiga, propio del hombre autosuficiente. Rechaza los convencionalismos de la sociedad. "Una vez que se masturbaba  en medio del ágora, comentó: "¡Ojalá fuera posible frotarse también el vientre para no tener hambre!" (DL, VI, 46).  


Diógenes se esfuerza por escandalizar a los ciudadanos de Atenas o Corintio. El mismo se califica: " Y yo soy Diógenes el Perro" (DL, VI,60). "Preguntado que de dónde era, respondió: 'Cosmopolita'" (DL, VI,63). Estamos lejos de Sócrates, que por amor a las leyes de su ciudad, prefirió la muerte que al exilio. Diógenes ya no pertenece a ese paradigma del mundo clásico. Paradójicamente dirá: "Acerca de la ley decía que sin ella no es posible la vida democrática; y que sin una ciudad democrática no hay ningún beneficio de la ley sin una ciudad. La ciudad es civilización. (...) Decía que sólo hay un gobierno justo: el del universo (...)" (DL, VI, 72).


Cualquier ciudad es tan buena o mala como cualquier otra. Por eso, Diógenes se encuentra en casa en cualquiera. Pero las leyes son puramente artificiales (nomos). Diógenes reivindica la individualidad al precio de despojar a la ciudad de su señas de identidad. Lo natural es superior a lo convencional o establecido por las normas y costumbres. Por eso reprocha a "un muchacho afeminado, le dijo: "¿No te avergüenzas de tomar sobre ti mismo una decisión peor a la de la naturaleza? Porque ella te hizo hombre, mientras tú te fuerzas a ser mujer" (DL, VI,65). Diógenes no era un asceta, prefería el autodominio de mente y cuerpo. Revindica la "parresía" o "sinceridad" (DL, VI,69). Decir lo que me sale del alma, sin guardar un mínimo de cortesía. Seguramente, en los platós de la telebasura causaría sensación. 


Finley es crítico con la figura de Diógenes, pues, " Los hombres que prefieren los toneles a las casas, la mendicidad al trabajo, la moralidad "natural" de los brutos a las normas de conducta establecidas por los dioses, podrán escandalizar a la burguesía, pero nunca desposeerla" (pág.133-4). No era un revolucionario, su actitud podía escandalizar pero no conmovía los cimientos de sociedad. En palabras de Platón, que tuvo diferentes polémicas con Diógenes, pudo sentenciar acerca de su figura: "Un Sócrates enloquecido" (DL, VI, 53). Desde su aristocrática cima, Platón menospreciaba a los que no eran de su posición. 



 

Diógenes viviendo en su tonel


Se han hecho un clásico la anécdota de Alejandro Magno "cuando tomando el sol en el Craneo -gimnasio en Corinto- se plantó ante él Alejandro y le dijo: "Pídeme lo que quieras". Y él contestó: "No me hagas sombra" (DL, VI, 38). El sabio no necesita de nadie y nada ambiciona. Su autonomía personal, le coloca como un igual al hombre más influyente de su época. La segunda anécdota se refiere a su condición de esclavo. DL nos dice: "En un viaje a Egina fue capturado por unos piratas (...). Cuando el pregonero le preguntó qué sabía hacer, dijo: "Gobernar hombres". (...) "¡Véndeme a ése!" Ése necesita un dueño" (DL, VI, 74).  La fortuna o azar no hacen mella en su espíritu. No se siente ni abatido ni derrotado, pues, se siente dueño de sí mismo. 


 

Diógenes y Alejandro Magno en Corinto


DL  nos narra las diferentes versiones de su muerte. Dice que murió "tras haber vivido cerca de noventa años". "Cércidas de Megalópis" compone estos versos, explicando la causa de su muerte:

"No, ya no está el de antes, el de Sinope,

aquel paseante de bastón, de veste doblada, vividor a cielo raso,

Porque ya partiose, hincando los dientes en el labio,

y reteniendo el aliento de un mordisco. En verdad fue

Diógenes de la estirpe de Zeus, un celeste perro." (DL, VI, 76-7).


Notas:

* La existencia del síndrome de Diógenes, que es más mediático que psiquiátrico, explica el autoabandono de personas de edad avanzada, que acumulan basura y objetos inservibles, debido a la imposibilidad de moverse o dejadez crónica. La utilización de este síndrome es muy reciente (década de los setenta del siglo pasado).   

** M.I.Finley, "Aspectos de la Antigüedad. Descubrimientos y disputas", traducción, Antonio Pérez-Ramos, Editorial Ariel, Barcelona, 1975. 

*** Diógenes Laercio, Vida y opiniones de los filósofos ilustres. Traducción, introducción y notas: Carlos García Gual, Libro de Bolsillo, Alianza editorial, 2ª, Cuarta reimpresión, 2020, Madrid, 2020.

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http://www.alcoberro.info/cinisme.html http://www.cinicos.com/cinicos.htm

Juan Pedro Oliver Segura, Cínicos y socráticos menores, en Historia de la filosofía antigua, Enciclopedia iberoamericana de filosofía 14, edición de Carlos García Gual, Editorial Trotta, Madrid, 1997.


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