4. El mundo sensible
Que Platón no olvida el mundo
sensible, que éste en su creación ha sido producido de acuerdo al modelo de las
ideas y por un divino demiurgo, se nos muestra con claridad en el Timeo.
El cosmos con sus aspectos
materiales, perceptibles por los sentidos existe -contra Parménides-. Pero,
¿qué es el cosmos? Para empezar el cosmos es un ser vivo y, como tal tiene
alma, pero además el cosmos es ante todo proporción y armonía. La creación ha
de entenderse como un acto de bondad. Su existencia supone tres elementos: un
modelo -las ideas-, un material en el que está construcción ha sido operada y
un obrero que ha realizado esta operación. ¿Quién es el autor de este cosmos?
La respuesta está en su mito del demiurgo, que quería imponer al mundo un
orden, una finalidad inteligente, pero halló ante sí a la necesidad, con la que
tuvo que enfrentarse. Esta necesidad es la del material en que realizó su obra.
Esta necesidad es la materia de la que está construido este cosmos que está
sometido a la perpetua fluencia del devenir. El mundo sensible es, pero debido a la materia con que está hecha, está atada al cambio o devenir.
El acto de creación supone imponer
orden al desorden y este orden es el que hace posible que este mundo sensible
sea el recordatorio de la existencia de un mundo inteligible.
5. Posibles caminos para llegar a la aprehensión de le Ideas.
1. El recuerdo o la reminiscencia.
Junto a esta alma que se debate
entre lo racional irracional (Fedón),se levanta en Platón una teoría mítica de
origen orfíco-pitagórico acerca de la inmortalidad de alma. Las doctrinas
órfico-pitagóricas afirmaban la existencia de dos mundos, el perfecto de la
otra vida y el imperfecto de aquí abajo. El alma pertenece al primero, pero en
virtud de un original castigo -mito: Los Titanes despedazaron al niño-dios
Dionisos, comiéndose su corazón. Zeus los fulminó con rayo y los convirtió en
cenizas. De ellas surgió el hombre en dualidad: mortal por las cenizas del
castigo, inmortal en cuanto a alma, porque ya habían comido lo divino-; cayó en
la cárcel del cuerpo.
La teoría de la reminiscencia expresa la idea de que conocer es recordar y por otro lado, alude a la posibilidad de aprehender las Ideas: antes de venir a este mundo, el alma contempla las Ideas; al unirse al cuerpo -cárcel del alma-, olvida lo conocido en su anterior existencia; pero este conocimiento no desaparece, sino que se conserva. El alma se convierte en recipiente de la memoria, pero de una memoria que nos viene de una vida anterior a aquella de la que ahora somos conscientes. El alma aprendió en el "tiempo eterno", nos dirá en el Menón. Mediante el recuerdo el hombre puede recuperar lo que ya sabía, el ser verdadero de las cosas, las Ideas.
La teoría de la reminiscencia expresa la idea de que conocer es recordar y por otro lado, alude a la posibilidad de aprehender las Ideas: antes de venir a este mundo, el alma contempla las Ideas; al unirse al cuerpo -cárcel del alma-, olvida lo conocido en su anterior existencia; pero este conocimiento no desaparece, sino que se conserva. El alma se convierte en recipiente de la memoria, pero de una memoria que nos viene de una vida anterior a aquella de la que ahora somos conscientes. El alma aprendió en el "tiempo eterno", nos dirá en el Menón. Mediante el recuerdo el hombre puede recuperar lo que ya sabía, el ser verdadero de las cosas, las Ideas.
2. La filosofía como impulso
erótico.
El objeto del amor (eros) es, según,
Platón la belleza. En el Banquete, la filosofía se muestra como amor, especie
de "locura divina", que conduce a la captación de la Belleza sí. Este
impulso se inicia en lo sensible -cosas bellas-, se dirige hacia lo inteligible
-la Belleza en sí.
3. La filosofía como catarsis o purificación.
En su visión órfico-pitagórica
Platón contempla alma que ha de purificarse mediante la virtud. Si ésta ha sido
excelente tras la muerte se reencarnará. La dignidad de los individuos
(hombres, animales y plantas) en los que se reencarne dependerá del esfuerzo
realizado y excelencia conseguida en la vida anterior.
En el Fedón la filosofía aparece como catarsis o purificación y como
preparación para la muerte. El filósofo sabe que la contemplación directa de
las ideas sólo es posible después de la muerte. Mientras permanece en este
mundo, su tarea consiste en recordar y en purificarse, es decir, liberarse de
lo sensible.
4. La dialéctica.
Platón llama a la dialéctica
-método- armonía y viaje. Todos los diálogos son una muestra de lo que es el
proceso dialéctico: derribar mediante las adecuadas negaciones las hipótesis
que los antagonistas habían asentado como tesis hasta que emerja la verdad, que
radica en el lenguaje o sólo en él puede darse.
El dialéctico expresa la posibilidad
de liberarnos del mundo subterráneo -mito
de la caverna-, donde el camino ascendente conduce desde las sombras hasta
el sol -contemplación de la Idea de Bien-. Cuando se ha visto las Ideas, la
dialéctica supone estar en posesión de la ciencia que sabe "a través de
razonamientos cuáles de los géneros concuerdan con otros, y cuales son
incompatibles entre sí " (Sofista).
Cuando el dialéctico está en posesión del conocimiento y recordando el estado de abandono de sus compañeros en la soledad de las tinieblas, debe volver para liberarlos. Aquí empieza la dialéctica descendente. A la luz de las ideas hay que captar el mundo sensible.
Cuando el dialéctico está en posesión del conocimiento y recordando el estado de abandono de sus compañeros en la soledad de las tinieblas, debe volver para liberarlos. Aquí empieza la dialéctica descendente. A la luz de las ideas hay que captar el mundo sensible.