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Heráclito y Parménides


HERÁCLITO (s.VI-V a.C)





La especulación de los jonios culmina en la doctrina de Heráclito, que por primera vez aborda el problema mismo de la investigación y del hombre que la emprende. Heráclito de Efeso perteneció a una familia noble de su ciudad, fue contemporáneo de Parménides y, como él, llegó a la madurez hacia el 504-01 antes de J. C. Es autor de una obra en prosa que fue después conocida con el acostumbrado título Acerca de la naturaleza, constituida por aforismos y sentencias breves y tajantes, no siempre claras, que le valieron el sobrenombre de “oscuro”. El punto de partida de Heráclito es la comprobación del incesante devenir de las cosas. El mundo es un flujo perpetuo (panta rhei):

“No es posible meterse dos veces en el mismo río ni tocar dos veces una sustancia mortal en el mismo estado; la causa de la velocidad del movimiento todo se dispersa y se recompone de nuevo, todo viene y va” (fr. 91, Diels)

La sustancia que sea principio del mundo debe explicar el incesante devenir de éste con su propia y extrema movilidad; Heráclito la identifica con el fuego. Pero puede decirse que en su doctrina el fuego pierde todo carácter corpóreo: es un principio activo, inteligente y creador.

Resultado de imagen de fuego de Heráclito

    “Este mundo, que es el mismo para todos, no ha sido creado por ninguno de los dioses ni de los hombres,'sino que fue siempre, es y será fuego eternamente vivo que se enciende según un orden regular y se apaga según un orden regular” (fr. 30, Diels).

Así que el cambio es un salir del fuego o un retorno al mismo.

    “Con el fuego se intercambian todas las cosas y el fuego se intercambia con todas ellas, así como el oro se intercambia con las mercancías y las mercancías con el oro” (fr. 90, Diels).

Pero estos fundamentos de una teoría de la naturaleza son presentados por Heráclito como resultado de una sabiduría difícil de adquirir e ignorada por la mayor parte de los hombres. En las palabras iniciales de su libro, Heráclito se lamentaba de que los hombres,

    "a pesar de haber escuchado al logos, la voz de la razón, se olvidan de ella tanto en las palabras como en las obras de modo que no saben lo que hacen despiertos, de la misma manera que no saben lo que hacen dormidos" (fr. 1, Diels).

Según Heráclito, la misma naturaleza exige la investigación: en efecto, a ella “le gusta ocultarse” (fr. 123, Diels). A la investigación se le abre el más vasto de los horizontes:

    “Si no esperas no hallarás lo inesperado, que es inaccesible y no se puede encontrar” (fr. 18, Diels). Mas no se oculta la dificultad y el riesgo de la investigación: “Los buscadores de oro excavan mucha tierra, pero encuentran poco” (fr. 22, Diels).

Se detiene especialmente en las condiciones que la hacen posible. La primera consiste en que el hombre se observe a sí mismo: ‘ Yo me he investigado a mí mismo”, dice (fr. 101, Diels). La investigación dirigida al mundo natural está condicionada por la luz que el hombre pueda lanzar sobre su propio ser. Pero esta razón, que es la ley del alma, es además ley universal. La segunda y fundamental condición de la investigación es la comunicación entre los hombres. El pensamiento -logos- es común a todos, según Heráclito (fr. ll3, Diels).

    “Es preciso seguir lo que es común a todos, porque lo que es común es general’ (fr. 2, Diels). “Quien quiera hablar inteligentemente debe sacar fuerza de lo que es común a todos, como la ciudad saca fuerza de la ley y más aún. Ya que todas las leyes humanas se alimentan de una única ley divina y ésta domina todo lo que quiere, es suficiente para todo y todo lo supera’ (fr. 114, Diels).

Así, pues, el hombre no sólo debe dirigir la investigación hacia sí mismo, sino también y con el mismo impulso, a aquello que lo vincula a los demás: el logos que constituye la esencia más profunda del hombre individual es también lo que une a los hombres entre sí en una comunidad de naturaleza. Este logos es como la ley para la ciudad, él mismo la ley, ley suprema que lo rige todo: el hombre individual, la comunidad de los hombres y la naturaleza exterior. No es solamente la racionalidad sino el ser mismo del mundo: así es como se manifiesta en todas las facetas de la investigación. Heráclito plantea constantemente al hombre la alternativa de estar despierto o dormir: entre el abrirse, mediante la investigación, a la comunicación interhumana, que le descubre la auténtica realidad del mundo objetivo; y el encerrarse en su propio pensar aislado, en un mundo ficticio que no tiene comunicación con los demás (fr. 2, 34, 73, 89). Tal alternativa establece el valor decisivo que la investigación tiene para el hombre. No es sólo pensamiento (noesis) sino sabiduría para la vida (fronesis); determina el temperamento del hombre, el ethos, que es su destino mismo (fr. 119).

Pero Heráclito ha determinado también cuál es esa ley cuyo significado debe aclarar y profundizar la investigación.

Así, pues, el gran descubrimiento de Heráclito es que la unidad del principio creador no es una unidad idéntica ni excluye la lucha, la discordia, la oposición. Para entender la ley suprema del ser, el logos que lo constituye y gobierna, es preciso unir lo completo y lo incompleto, lo concorde y lo discorde, lo armónico y lo disonante (fr. 10), y darse cuenta de que la unidad surge de todos los opuestos y de ella salen todos éstos.

    “La misma cosa son lo vivo y lo muerto, lo despierto y lo dormido, lo joven y lo viejo: ya que cada uno de estos opuestos, al cambiar, es el otro y, a su vez, este otro es, al cambiar, aquél” (fr. 88).

“La lucha es la norma del mundo y la Tierra es la común progenitora y señora de todas las cosas”.La armonía no es para Heráclito la síntesis de los opuestos, la conciliación y anulación de su oposición; sino pues es la unidad que subyace precisamente a la oposición y la hace posible. La tensión es una unidad (es decir, una relación) que sólo puede darse entre las cosas opuestas en tanto que opuestas. La conciliación, la síntesis la anularía. Según Heráclito, la unidad propia del mundo es una tensión de este género: no anula, ni concilia, ni supera el contraste, sino que lo hace ser y lo hace entender como contraste.


PARMÉNIDES (s.VI-V a.C).



Con él aparece un número impresionante de conceptos filosóficos griegos que van a perdurar a través de la historia hasta nosotros mismos. Por una parte es interesante el género literario de la obra perdida de Parménides, conservada fragmentariamente: un poema. Sorprende que la primera obra, relativamente madura, de la filosofía sea un poema. Hay por tanto una atención poética justamente en el origen mismo de la filosofía: cosa que no se debe pasar por alto. Y aparece un poema con una serie de referencias mitológicas, aparecen las hijas del Sol, que abandonan las moradas de la noche -de la oscuridad, son hijas del Sol- que han arrancado los velos que cubren lo real -lo cual es, en forma metafórica, el gran concepto griego de la verdad, aletheia, que es descubrimiento, desvelamiento, manifestación, patencia, ahí tenemos ya ese concepto en el momento inicial de la filosofía- y se va a tratar de descubrir, con corazón inquebrantable, la verdad. Y aparece otro concepto fundamental, el de camino: hay varias vías, varios caminos en Parménides. La palabra para camino en griego es odos, una forma derivada de ella es methodos, el método es el camino hacia algo. Y aparece también expresamente la idea de las vías, de los métodos en Parménides. Y va a distinguir tres vías posibles -las vías son la expresión del principio de no-contradicción-:

1)una vía es la vía de lo que es, que es la vía practicable, que es la vía filosófica;

2)otra vía es la de lo que no es, que no es practicable; y

3) hay la vía de lo que es y de lo que no es, que es lo que llamará -otro gran concepto griego- la doxa, la opinión y añadirá: “la opinión de los mortales”.

Los mortales opinan, los mortales se mueven en lo que es y no es. Es decir, diferente a la verdad, que descubre la vía de lo que es, es la apariencia. Sin embargo, en el Proemio, aparece una indicación que dice lo siguiente: " Aprenderás, empero, también, estas cosas, cómo las apariencias, pasando todas a través de todo, deben lograr la apariencia del ser" (Cal que de tot t'assabentis: la veritat cortranquil·la que surt, i rodona, d'entrada, i els parers dels mortals, després, sense fiança de veres; però d'aprendre bé cuida't a més que, el que es mostra, feia tot falta que fos fidedigne per tot travessant-ho)(1). Este fragmanto parece apuntar lo que se dice más abajo cuando se habla de la doxa.

Parménides determina con perfecta claridad el criterio fundamental de la validez del conocimiento que había de dominar toda la filosofía griega: el valor de verdad del conocimiento depende de la realidad del objeto; el verdadero conocimiento no puede ser más que conocimiento del ser, esto es, de la realidad absoluta. Tal es el significado de las famosas afirmaciones de Parménides: “El pensamiento y el ser son lo mismo” (fr. 3, Diels).

Parménides emprende el análisis del carácter del ser. Dichos caracteres serán asumidos por Platón, como características de sus ideas. El ser es "no engendrado" e "incorruptible". El ser es un "presente" eterno, sin comienzo ni final. Como consecuencia, el ser también es inmutable e inmóvil, porque tanto la movilidad como la mutación supone un no-ser hacia el cual tendría que moverse el ser o en el cual debería transmutarse.



El ser es limitado y finito en el sentido de que es "acabado", "determinado" y "perfecto". La igualdad absoluta,la finitud y la completitud -las cosas son consistentes-, le sugirieron la idea de esfera, figura que ya para los pitagóricos indicaba la perfección.

La tercera vía plantea un problema: ¿cómo se podrán explicar los fenómenos, sin contravenir el principio fundamenta? Heraclito afirmaba la tensión de opuestos, Parménides le reprocha no ver que ambos son, es decir, son "ser". Trata de explicar los fenómenos partiendo de la pareja de opuestos "luz" y "noche". Los fragmentos de esta parte del poema se han perdido y esto hace imposible una resolución al problema.Sin embargo, ¿cuáles son los caracteres de la doxa?

1) La doxa se atiene a las informaciones del mundo, de las cosas.Estas informaciones son muchas y cambiantes. Las cosas son verdes, rojas, duras, frías, agua, aire,etc.,Además se transforman unas en otras y están en constante variación. Pero,

2) La doxa entiende ese movimiento,ese cambio,como un llegar a ser.Y aquí está su error. El ser no se da en los sentidos,sino en el noús -inteligencia-. es decir, la doxa moviéndose en la sensación,que es lo que tiene, salta al ser sin utilizar el noús,de que carece. Y esta es su falsedad.

3) La doxa, además de ser opinión, es de los mortales. Porque su órgano es la sensación,y está se compone de contrarios y por eso es mortal,perecedera como las cosas mismas. La opinión no tiene noús.


Después de Parménides (2)

Entre Parménides y Sócrates hay una serie de autores (Zenón, Meliso, Empédocles, Anaxágoras, Leucipo, Demó-crito), que se caracterizan porque tienen en común una muy determinada manera de interpretar la diferencia ontológica y la diferencia entre saber y  no saber establecidas por Parménides. Simplificando lo mucho se podría decir que de un lado, las cosas que son más que de una, pluralidad, y siempre cambiantes, siempre diferentes y de otro lado,  lo común a ellas, que es uno y solamente uno y siempre igual e inmóvil. Estos autores, en primer lugar, Zenón, interpretan la diferencia como si está fuese entre lo que hay en apariencia (pluralidad cambiante) y lo que hay en realidad (una realidad siempre igual) o entre lo que hay de verdad y lo que parece que hay. Y el mal entendido es que Parménides no había dado nunca a las cosas el carácter de realidad aparente y al ser el carácter de auténtica realidad: las cosas, en Parménides, son perfectamente reales, y tan auténticas como su ser.

Nota:

(1), (2) De Tales a Demòcrit. El pensament presocràtic. Fragments i testimonis. Edició i traducció de Joan Ferrer Gràcia. Edicions dela ele geminada.Girona, 2011.

(1) (...). "Preciso es que te enteres de todo:/ tanto del corazón imperturbable de la verdad bien redonda/ como de las opiniones de mortles en que no cabe creencia/verdadera. /Aun así, también aprenderás cómo es preciso/que las opiniones sea en apariencia, entrando todas a través de todo".(Alberto Bernabé, De Tales a Demócrito. Fragmentos presocráticos, Círculo de lectores)

(1) (...) "Es preciso que te percates de todo: tanto del corazón sin temblor de la redonda verdad como de los pareceres de los mortales, en los que no hay verdadera solidez. Pero, en todo caso, aprende también esto: que (y cómo) lo aparente tenía que ser de modo digno de crédito, atravesando todo de un lado a otro. (Felipe Martínez Marzoa. Historia de la filosofía vol1. ed.Istmo)


Bibliografía:

Abbagnano,Nicolás. Historia de la filosofía. vol.1.Filosofía antigua - Filosofía patrística Filosofía escolástica. Ed.Hora. 4ed.Barcelona, 1994.

G.Reale y D.Antiseri. Historia del pensamiento filosófico y científico. Vol I. Antigüedad y Edad Media. ed.Herder. 3ed. Barcelona, 2001.

Marías, Julián. Historia de la filosofía. ed. Revista de Occidente, ed.32. Madrid,1980.




Dia Mundial de la Filosofia

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