IV.-El nihilismo.
La "muerte de Dios" conlleva inevitablemente el nihilismo, como después del día viene la noche, son inseparables. Son los hermanos siameses que no pueden vivir separados. "Lo que yo cuento es la historia de los siglos que se aproximan. Y describo lo que viene, lo que no tiene más remedio que venir: la irrupción del nihilismo".
¿Qué es el nihilismo? Es la desvaloración de todos los valores. El nihilismo no puede ser el fin de trayecto, por ello, debe buscar otra dirección. Para Nietzsche el nihilismo es como una estación en la espera de un tren que viene del pasado y apunta al futuro. El nihilista es aquél que sonríe con el anuncio de la muerte de Dios, pero su sonrisa no es de felicidad, de jubilo, sino de nerviosismo. El hombre moderno, acostumbrado a los valores establecidos, ha dejado de creer en ellos, debido por un lado, a la ciencia y su pasión por la verdad, y por otro, por el hastío de unos valores que de tanto repetir han dejado de tener consistencia.
"sus síntomas: el gran desprecio
la gran compasión
la gran destrucción
su punto culminante: una doctrina que enseña precisamente a considerar la vida, a la que hacer sentir náuseas, compasión y placer en la destrucción, como absoluta y eterna"
( Fragmentos póstumos vol.IV. Novembre de 1887-Marzo de 1888; 11 [149] . Ed. Técnos. El nihilismo perfecto (pág.409)
El nihilismo no es más que un gigantesco malentendido, que se ha ido construyendo a través del platonismo, cristianismo, kantismo, positivismo y nihilismo. El proceso marca un autodesenmas-caramiento y, por ende, de autodestrucción del mundo suprasensible. Al desaparecer el mundo verdadero, ha desaparecido la diferencia que lo distinguía del mundo aparente y, por ende, el mismo mundo aparente en cuanto aparente. Lo que queda es "este" mundo, tal cual. Lo suprasensible se definía frente al devenir, precisamente, como remedio a lo mutable. Para resolver este problema Nietzsche acude al mito del eterno retorno.