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David Hume (y VI)

6.Hume y la teoría política(4).

1.- El contexto histórico.

El histórico abarcado desde J.Locke a D.Hume, incluyen hechos de la máxima importancia para la formación del mundo contemporáneo. Entre ellos hay que mencionar, al menos, los siguientes: 

.- la revolución inglesa de 1688, por la que se abolió el derecho divino del rey y restableció por primera vez el predominio del parlamento en un sistema político; 
.- el desarrollo del comercio, que alteró las relaciones sociales tradicionales y suprimió viejas y pesadas barreras a la movilidad individual; 
.- la Independencia de las colonias británicas en Norteamérica, que dio paso a la formación de los Estados Unidos, la primera democracia en un país extenso; 
.- la Revolución Francesa y las guerras napoleónicas, que conmocionaron Europa entera; 
.- la revolución industrial, que provocó nuevos, conflictos sociales y obligó a nuevas adaptaciones de los sistemas políticos representativos.(J.M.Colomer)


2. Características de la Ilustración y el liberalismo británico:

a) En primer lugar, se trata de un pensamiento con un alto grado de laicidad, tanto en pensadores que se confiesan cristianos -como John Locke-, como en los que, a partir del siglo XVIII, adoptan una posición abiertamente atea -tal es el caso de David Hume y Jeremy Bentham- .Esta característica está sin duda, vinculada al ambiente intelectual creado por el intento de reforma de la Iglesia católica y -el cisma- mal llamado protestante que tuvieron lugar a principios del siglo XVI, tras los cuales la idea de Dios quedó notablemente alejada del regimiento de los asuntos públicos. Concebida como un asunto privado.

b) En segundo lugar, en el pensamiento británico prevalece una orientación realista y empirista, atenta a los requerimientos cambiantes de los hechos para adoptar formulas políticas de apertura y equilibrio, más que modelos ideales con pretensión definitiva.

c) En tercer lugar, se parte de una visión antropológica relativamente pesimista, en la se supone que los hombres tienen motivaciones básicamente egoístas de búsqueda del propio interés, aún en los casos -como el ya citado de Locke- en que se atribuye a los individuos una dignidad moral innata. 

d) Por último, conviene subrayar que laicismo, empirismo y utilitarismo, no comportan soluciones políticas menos radicales en cuanto a la libertad, que las derivadas de otras, doctrinas, portadoras de un mensaje de certezas -teorías iusnaturalistas-. El liberalismo británico se distingue más bien por favorecer las convenciones -artificios políticos- en vez de las convicciones -apelación a leyes naturales-, por formular programas de reformas realizables por el método del consenso más que legitimaciones morales de la obligación política como deber absoluto de obediencia.(J.M.Colomer)



3.- La utilidad del Estado.

¿Puede ser reducida la política a ciencia? La pregunta la fórmula en el año 1741, y la respuesta era afirmativa, sin embargo, en 1753 (De la libertad civil) las cosas ya no eran tan claras, abundan los "a veces","casi", afirmando la causa por la que ya no puede ser ciencia: "(..) Nuestra experiencia no alcanza ni a tres mil años -relativiza -; de modo que no sólo el arte de razonar es aún imperfecto en esta ciencia, como en todas las demás, sino que nos falta materia suficiente sobre la que ejercitarlo". Además "da pocas reglas que no admitan excepciones, y que no puedan ser a veces superadas por razones y accidentes" (De la sucesión protestante, 1752).

El blanco de ataque de todas las teorías políticas se centran en la crítica del derecho divino como del iusnaturalismo y el contractualismo. Frente estos modelos de índole metafísico, él busca "un tratamiento relativista y utilitario de las cuestiones fundamentales de la obligación política y de las relaciones entre el interés público y el interés individual" (J.M.Colomer).

Empecemos por las críticas al naturalismo y contractualismo, que representan las posiciones de J.Locke:

1) No es cierto que haya existido jamás un "estado de naturaleza" en la que los hombres tuvieran todos los derechos individuales, son una "ficción filosófica". No ha existido nunca ningún "contrato social" que diera origen al Estado. Además, ¿por qué debería ser acatado un contrato que las generaciones siguientes no han firmado?

2) El contrato social se sustenta según Locke en el consenso. Naturalmente, para Locke, este consenso puede cambiar, si también cambia las condiciones del contrato. Pero para Hume el origen del Estado tiene su origen en la violencia. La cita que viene da una muestra del origen del Estado, contra las ensoñaciones metafísicas: "Casi todos los Estados que hoy existen, (...), fueron originariamente fundados sobre la usurpación y la conquista, cuando no sobre ambas, sin ninguna pretensión de libre consentimiento o sujeción parte del pueblo". Hume es crítico con la revolución de 1688 que consistió en un cambio de dinastía.

La obligación política y su legitimidad tienen su origen en la utilidad del Estado: "la utilidad política constituye el único origen de la justicia y las reflexiones acerca de las benéficas consecuencias de esta virtud son el único fundamento de su mérito". La justicia no surge de principios inmutables ya sean divinos o racionales, sino como convención para dirimir los conflictos surgidos en nuestra sociedad.



¿Por qué los individuos adquieren esos vínculos sociales? En primer lugar, por motivos egoístas, pero no sólo por ellos. Entra aquí un concepto optimista de la condición humana, la simpatía (sympathy: compasión, benevolencia o solidaridad, en la actualidad, empatía).La simpatía supone la disposición a promover intereses comunes de los hombres y el bienestar de la sociedad (J.M.Colomer). Hume es consciente que no existe una naturaleza humana fija e inmutable y que precisamente por ello el ser humano cambia, ya sea por la educación las costumbres y los nuevos ideales que irán surgiendo en el futuro.

El criterio utilitarismo que permite explicar la fudamentación del Estado -seguridad y autopreservación del individuo-, traza además, una línea entre asunto público y privados, y que el Estado debe intervenir, en los primeros y en los segundo, abstenerse de ello. Los razonamientos de Hume avanzan en muchos aspectos los planteamientos desarrollados en el siglo XX por las teorías del bienestar, de la elección pública y la cooperación racional (J.M.Colomer).

David Hume llega, pues, a establecer la conveniencia de un régimen constitucional, basado en la división de poderes, el gobierno de las leyes, la existencia de garantía judiciales y la apelación a la opinión, a partir del supuesto pesimista del egoísmo de los gobernantes. (J.M.Colomer).


Notas:

(1) Frederick Copleston, Historia de la filosofía vol.5 de Hobbes a Hume, ed. Ariel, 4ed.Barcelona, 1981, (páginas,72-73.)

(2) En la modernidad filosófica inaugurada por Descartes se debate sobre las relaciones entre la subjetividad y el mundo objetivo y los supuestos puentes que se tienden entre uno y otro. Esta mediación presupone que en el orden epistemológico y en el orden del pensamiento podemos distinguir entre los conceptos y un material neutro, libre de toda conceptulización -cómo si esto fuera posible-. En el empirismo este material neutro sería en Hume las impresiones.

(3) En este apartado he seguido las indicaciones que se apuntan en la introducción a cargo de Gerardo López Sastre. David Hume, Investigación sobre los principios de la moral,Edición y Traducción de Gerardo López Sastre, col. Austral, Espasa Calpe, Madrid, 1991, pág.9-26.

(4) El último apartado, he reseguido y copiado el apartado dedicado en esta obra de conjunto, llevada a cabo por J.M.Colomer. Fernando Vallespín ed., Historia de la teoría política, vol 3, Alianza editorial, Madrid, 1991, capítulo,1, págs, 35-56.


David Hume (III)

4. Hume y la metafísica.

 Hume utilizando el análisis de conceptos tales como sustancia, causa, libertad, y otras, que se refieren a “términos filosóficos” trata de determinar el significado y el valor de tales términos. Cualquier concepto no es más que un abuso del lenguaje. Su nominalismo radical supone que no existen conceptos abstractos que tengan existencia propia, pues, ello supondría aceptar la idea de substancia, como realidad independiente del sujeto que conoce. Lo que conocemos es siempre lo particular. El conceptos es un expediente lingüístico que utilizamos para caracterizar determinadas cualidades, así; por ejemplo, el concepto de Dios, no es más que una colección de cualidades –omnipotente, creador, omnisciente, etc.-, unidas por un nombre, en este caso Dios. El nombre no puede ser conocido sin las cualidades correspondientes. Por tanto, establece el criterio de certeza de Hume, todos los conceptos filosóficos que no podamos derivar de la correspondiente impresión, carecen de validez. Si bien pueden ser asumidos como creencias.

Mediante este criterio se pone a la tarea de desmontar el andamiaje metafísico siguiendo el siguiente esquema:

a) Búsqueda de la impresión correspondiente al concepto metafísico (alma, Dios, mundo).
b) Imposibilidad de hallar la impresión requerida.
c) Imposibilidad de afirmar, con plena certeza, la verdad del concepto metafísico correspondiente .

Las impresiones son datos aislados a los que no cabe justificación alguna. Es imposible establecer entre las impresiones otra relación que no sea su continuidad o sucesión. Por tanto no podemos conocer ninguna realidad exterior a las impresiones (el mundo), ni tampoco una sustancia pensante (el yo), nuestro conocimiento queda limitado a los fenómenos.

4.1. Crítica del concepto de sustancia.

La idea de sustancia no se deriva de ninguna impresión de sensación o de reflexión, es "una colección de ideas simples reunidas por la imaginación", no hay, pues, una realidad que se llame "substancia". Substancia es sólo un nombre que se refiere a una colección o haz de cualidades. No hay, pues, las cualidades de una cosa más su sustancia. Tendemos a rellenar los intervalos entre cada percepción con imágenes, de suerte que se mantengan la unidad y la continuidad,pero de hecho,las percepciones son discontinuas y diversas. La sustancia, en cambio, es permanente y una,no cabe, por tanto, impresión alguna que se corresponda con la idea de sustancia.Imaginemos una manzana. Ésta tiene una serie de cualidades como el color, el sabor, el tacto, el olor,etc. Si quitamos estas cualidades, ¿qué nos queda? Nos queda el lenguaje y la creencia.



4.2. Crítica de la idea del yo.

En cuanto al problema de la sustancialidad del yo, Hume llega a la conclusión de que la sustancialidad del alma no puede aceptarse ni negarse -agnosticismo-, se trata de un problema que está más allá del alcance del conocimiento humano. Por lo que respecta a la identidad del yo, Hume niega la existencia de alguna impresión que se corresponda con tal idea. Tal impresión debería ser constante a lo largo de la vida y no existen impresiones con esas constancia. Por otra parte, al penetrar en eso que llamamos nuestro yo, siempre encontramos alguna percepción y no es imposible representárnoslo sin percepción alguna. El yo en Hume queda reducido pues, a un cúmulo de percepciones diferentes unidas por relaciones. La idea de mente no tiene más contenido que el de las percepciones particulares. La mente sería un teatro por el que desfilan las percepciones, pero de ese lugar en el que desfilan las percepciones, nada podemos saber. La creencia en nuestra propia identidad y permanencia viene motivada por la acción conjunta de la memoria y la idea de causalidad. El yo de la realidad vivencial escapa a la crítica de Hume, sólo el yo gnoseológico es afectado por ella.



4.3. Crítica de la idea de la existencia del mundo.

La idea de la existencia del mundo exterior no se deriva de ninguna impresión,y es,por tanto,una pseudo-idea. Atribuimos la existencia a los objetos extemos pero estos no son más que nuestra percepciones y tan solo podemos suponerlos como diferentes de ellas. La Naturaleza (la vida) nos impone el mundo extemo sin que podamos demos-trar su existencia. Una vez más, la creencia es inevitable e indudable, pero su demostración es imposible. Los caracteres que atribuímos a la existencia del mundo extemo (existencia continua y distinta) son fruto de la combinación de ciertas cualidades de la imaginación y la percepción. Dichos caracteres no pueden proceder de los sentidos (que sólo nos proporcionan impresiones) ni tampoco pueden proceder de la razón (pues la creencia popular en la existencia del mundo exterior es ajena a las argumentaciones filosóficas). Es la memoria la que empuja a la imaginación, con impresiones semejantes.a considerar las distintas percepciones como una y la misma.



La creencia en el mundo externo queda justificada, pero como mera creencia,contra los argumentos de la razón.De nuevo la creencia (la vida) y el conocimiento (la razón) se hallan en insuperable contradicción.

De aquí el escepticismo radical; no cabe la validación por la razón de las creencias a las que, por otra parte, es imposible renunciar en el ámbito de la práctica (la vida). Se trata, en cualquier caso, de un escepticismo radical, pero teórico, porque como el mismo dice: 


“La conducta del hombre que estudia filosofía de esta manera, libre de preocupaciones, es más verdaderamente escéptica que la del que, sintiéndose inclinado hacia ella, se encuentra sin embargo tan doblegado por dudas y escrúpulos que la rechaza por completo. El verdadero escéptico desconfiará lo mismo de sus dudas filosóficas que de sus convicciones, y no rechazará nunca por razón de ninguna de ellas cualquier satisfacción inocente que se le ofrezca” .

Bertrand Russell: Fars de llum en mig de les tenebres (I)

  "Aquells les vides dels quals són fecundes per a ells mateixos, per als seus amics o per al món estan inspirats per l'esperança i...