III. Filosofía renacentista
Filosóficamente se produce un retorno a la cultura clásica grecorromana, reinterpretada por los autores renacentistas. Fruto de esta actividad es el humanismo renacentista, con una visión antropocéntrica y naturalista del hombre, frente al teocentrismo medieval. Se ha dicho que el renacimiento supone un cambio de paradigma. Éste se distancia del anterior, el paradigma aristotélico-ptolemaico que había establecido el modelo teórico y práctico de entender la realidad. Desde el siglo XIV, este paradigma, comienza a resultar un estorbo más que una ayuda. Los hechos parecen no darle la razón a dicho paradigma y llega un momento en el que se está ya en otro modelo. Éste nuevo paradigma es el mágico--animista. Éste paradigma será reemplazado por el paradigma mecánicista. Descartes pondrá las bases y Newton lo culminará. Este modelo es el propio del Renacimiento. Existen dos grandes corrientes filosóficas:
1.- La propiamente humanista, con diversos grupos y tendencias. El platonismo, con M. Ficino y Pico della Mirandolla en la Florencia de los Médicis y Botticelli; el aristotelismo de influencia averroísta, que florece más en Padua, y tiene en Pomponazzi su figura más representativa; y diversos grupos de estoicos, epicúreos y escépticos, como Lipsio, Valla o Montaigne.Además, aparecerán toda una serie de materiales que crearán malentendidos que se saldarán con propuestas sincréticas. Estos materiales provienen del Corpus Hermeticum de Hermes Trismegistos -tres veces máximo-, los Oráculos Caldos y los Himnos Órficos. Todas estas escuelas o grupos tienen como denominador común la mirada reinterpretadora hacia el pasado clásico, centrándose en el hombre como eje de pensamiento: Antropocentrismo. Un concepto de Hombre que se quiere completamente diferente del medieval, sometido a la visión escolástica y cristiana (teocentrismo), ya que resalta sus valores naturales y terrenales, dejando en un segundo plano lo sobrenatural o divino.El enfrentamiento entre Razón y Fe, Filosofía y Teología, tendrá, al contrario que en la Edad Media, un saldo favorable a la Razón. "El hombre rige y dirige su propia conducta y su propio destino" (Pico della Mirándola)
2.- Corriente naturalista.Los humanistas, como hombres puramente de letras que eran, se despreocuparon bastante de los desarrollos científicos de su época; sin embargo hubo otro grupo que estaba muy atento a la ciencia de su tiempo, aun cuando también situaban al hombre en el centro de sus reflexiones.Los más importantes fueron Nicolás de Cusa y Giordano Bruno. Éste sostiene varias ideas interesantes y polémicas. En primer lugar, una integración del humanismo y el naturalismo científico. En segundo lugar, afirma la infinitud del universo, apoya la teoría heliocéntrica de Copérnico y, en consecuencia, considera que la tierra es un planeta más y no el centro del mundo; rompiendo, de este modo, con la división entre tierra y cielo, pues ambos están regidos por las mismas leyes. En tercer lugar, propugna un modelo organicista del universo, entendiéndolo como algo vivo, como un organismo. Afirma, además, que es una especie de manifestación o despliegue de Dios: es lo que se ha dado en llamar panteísmo, que significa que Dios no es trascendente a la naturaleza, sino inmanente a ella.Sostener estas ideas le conducirá a la hoguera en Roma en el año 1600.
IV. Platonismo y aristotelismo: Valla, Ficino, Pico de la Mirándola, Pomponazzi y Montaigne.
1. Lorenzo Valla.
Lorenzo Valla (1407-1457) en su obra "Del verdadero y del falso bien" crítica el ascetismo estoico y contra los excesos del ascetismo monástico, en oposición a la tesis sobre el placer. Realiza un intento de recuperación del epicureismo sobre bases cristianas. Valla afirmará que todo lo que ha hecho la naturaleza "no puede ser sino santo y laudable", y el placer es interpretado desde esta óptica.El placer se da un diferentes planos. existe un placer sensible -el cuerpo-, que es el más bajo; después vienen los placeres del espíritu, de las leyes, de las instituciones, de las artes y de la cultura. Por encima de todos ellos, se encuentra el amor cristiano de Dios.
2.- Marsilio Ficino y la Academia platónica de Florencia.
Marsilio Ficino (1433-1499) se dedicó a tres actividades fundamentales: 1)fue traductor; 2) fue pensador y filósofo, y 3) también mago. También fue sacerdote y filósofo. Sus tres actividades se hallan estrechamente vinculadas entre sí y resultan inseparables.
1) Su labor de traductor destacan a Platón, Hermes Trismegistos -Corpus Hermeticum-, los Himnos de Orfeo, los Comentaria in Zoroastrem, Ficino consideraba a estas fuentes como auténtica -de hecho eran falsas-, y suponía que Platón dependía de estas fuentes de la sabiduría.
2) Su pensamiento consiste en una forma de neoplatonismo cristianizado, repleto de interesantes observaciones, entre las que pueden citarse: a) el nuevo concepto de filosofía como revelación, b) el concepto de alma como "copula mundi" y c) un replanteamiento en sentido cristiano del amor platónico.
a) La filosofía nace como iluminación de la mente, como afirmaba Hermes Trismegistos.El disponer y encauzar el alma de un modo que la convierta en intelecto y la haga acoger la luz de la revelación divina, que es aquello en lo que consiste la actividad filosófica, coincide con la religión misma.
b) Ficino distingue cinco grados decrecientes de perfección: Dios, ángel, alma, cualidad (forma) y materia. El alma es el nexo de unión entre los niveles superiores y los inferiores.
c) El amor según Ficino, siguiendo al Eros platónico, se alcanza de la siguiente manera: " En los cuerpos amamos la sombra de Dios; en las almas, la similitud con Dios; enlos ángeles, la imagen de Dios. Así en el tiempo presente amamos a Dios en todas las cosas, y amamos finalmente todas las cosas en él. Al vivir así, llegaremos a aquel grado en el que veremos a Dios y todas las cosas en él.
3) Ficino no dudo en proclamarse mago. El mundo en su universal animación de todas las cosas, en virtud del espíritu que se halla presente en todos los cuerpos y que permite al alma actuar sobre los cuerpos y éstos sobre aquélla. Este espíritu llena toda la realidad, así, el espíritu del cielo es más puro. La magia natural tendía a predisponer adecuadamente el espíritu que hay en el hombre para que reciba en la mayor medida posible el espíritu del mundo y absorba su vitaidad "mediante los rayos de los astros que resulten atraídos de la forma más oportuna".
3. Pico de la Mirándola.
Pico de la Mirándola (1463-1494)destacó sus aportaciones en : a) a la magia y al hermetismo, añadió también la cábala. b) Quiso introducir también a Aristóteles en el programa general del irenismo doctrinal - una actitud irenista es la de aquel que intenta crear o conservar la paz por la vía fácil de evitar las confrontaciones-, c) Además experimentó la necesidad de reaccionar contra los síntomas de un incipiente fenómeno de involución y simplificación de algunos humanistas, y quiso defender asimismo algunas conquistas de la escolástica, d) Puso de relieve un vivo deseo de que la reforma religiosa no se limitase al plano teórico, sino que afectase también la vida y comportarse un retorno a la pureza de costumbres.
1) Pico y la cábala.
La cábala es una doctrina mística ligada a la teología hebrea, que se presenta como una revelación especial hecha por Dios a los judíos, con el fin de conocerlo mejor y entender mejor la Biblia. La cábala conjunta dos aspectos: uno de ellos, teórico doctrinal (que entre otras cosas implica una particular interpretación alegórica de la Biblia) y otro aspecto práctico-mágico.Este segundo aspecto encierra la necesidad del concurso de los ángeles, del poder místico de la lengua hebrea, así como los diez nombres que indican los poderes y atributos divinos, las llamas sefirot. El resultado de todos ello consiste en la contemplación divina.
Pico es responsable del error histórico al considerar la cábala se remontaba a Moisés, quien había transmitido oralmente en forma de iniciación esotérica. Yates en su estudio sobre Girodano Bruno nos dice lo siguiente: "(...). Los sefirot son "los diez nombres más corrientes de Dios y, en conjunto, forman su único y gran nombre".(..) Al contemplar las letras del alfabeto hebreo y sus combinaciones, en la medida en que constituyen el nombre de Dios, el cabalista contempla al mismo tiempo a Dios y sus obras, a través del poder del nombre.".
2) Pico y la doctrina acerca de la dignidad del hombre.
La doctrina acerca de la dignidad aprace como derivada de la sabiduría de Oriente y, en particular, de las sentencia del Asclepius, obra atribuida a Hermes Trismegistos.
Pico explica el porque de la diginidad del hombre al afirmar que todas los seres están ontológicamente determinados, a ser lo que son. En cambio el hombre es la única criatura que ha sido colocada en la frontera entre dos mundos y que posee una naturaleza no predeterminada. Así síl hombre puede elevarse hasta la vida de la pura inteligencia y ser como los ángeles, e incluso subir todavía más. La grandeza y el milagro del hombre residen, pues, en ser artífice de sí mismo, autoconstructor:
"No te he dado ni rostro, ni lugar alguna que sea propiamente tuyo, ni tampoco ningún don que te sea particular, ¡oh Adán!, con el fin de que tu rostro, tu lugar y tus dones seas tú quien los desee, los conquiste y de este modo los poseas por ti mismo. La Naturaleza encierra a otras especies dentro de unas leyes por mí establecidas. Pero tú, a quien nada limita, por tu propio arbitrio, entre cuyas manos yo te he entregado, te defines a ti mismo. Te coloqué en medio del mundo para que pudieras contemplar mejor lo que el mundo contiene. No te he hecho ni celeste, ni terrestre, ni mortal ni inmortal, a fin de que tú mismo, libremente, a la manera de un buen pintor o de un hábil escultor, remates tu propia forma."
La afirmación de dignidad del hombre y su carácter protéico hacen de él un ser extraordinario, pero interesa retener que el discurso lo pronuncia Dios, es decir, el hombre renacentista afirma la dignidad del hombre como un ser singular que Dios nos ha concedido. La afirmación de la vida y del hombre se fundamentan en la voluntad divina.
4. El aristotelismo renacentista.
4.1. Las interpretaciones de Aristóteles.
Históricamente han existido tres interpretaciones básicas de Aristóteles: Aristóteles afirmó que gracias al entendimiento los seres humanos podemos alcanzar el conocimiento intelectual de la realidad y señaló que es incorpóreo e inmortal. Para demostrar su inmaterialidad destacó que el entendimiento es capaz de conocer la naturaleza de todos los cuerpos, cosa que no podría ocurrir si fuese corpóreo: si el entendimiento o intelecto fuese material su naturaleza física determinaría el tipo de conocimiento que podría alcanzar, del mismo modo que cuando utilizamos un cristal para ver un objeto, el color de dicho cristal modifica la cualidad del color que gracias a él vemos; si realmente somos capaces de alcanzar el conocimiento de todas las cosas, y este conocimiento es objetivo, es preciso concluir que el órgano o facultad que utilizamos para ello no puede tener naturaleza material alguna. Pero los textos en los que presenta estas ideas no son claros por lo que se dieron distintas interpretaciones del intelecto o entendimiento.
1) Es la alejandrista que se remonta a Alejandro de Afrodisia -siglo II-III-. Éste sostenía que en el hombre está el intelecto potencial, pero que el intelecto agente es la Causa suprema (Dios), la cual al iluminar el intelecto potencial posibilita el conocimiento. En tales circunstancias no hay lugar para un alma inmortal, dado que ésta habría de coincidir con el intelecto agente.
2) En el siglo XI Averroes elaboró la tesis según la cual existiría un intelecto único para todos los hombres y separado. Se desvanecía así toda posibilidad de hablar de inmortalidad del hombre, ya que sólo era inmortal el intelecto único. Asimismo era típica de esta corriente la llamada "doctrina de la doble verdad", que distinguía entre las verdades accesibles a la fuerza de la razón, de las accesibles a la sola fe.
3) La interpretación tomista, que había intentado llevar a cabo una armonización entre aristotelismo y la doctrina cristiana. Santo Tomás consideró que las almas de los animales y de las plantas se destruyen con sus cuerpos ya que no son subsistentes por sí mismas sino formas de la materia, pero esto no es así en el caso del alma humana: el principio intelectivo de cada alma humana es inmaterial e incorruptible o inmortal.
4.2. Pietro Pomponazzi.
Pomponzzi (1462-1525) en su obra De inmortalitate animae discutía sobre la inmortalidad del alma. Pomponazzi tomó una postura alejandrista con ciertos matices.
El alma intelectiva es principio del entender y del querer, inmanente al hombre. Con respecto al alma sensitiva de los animales, el alma intelectiva del hombre es capaz de conocer lo universal y lo suprasensible. sin embargo, no es una inteligencia separada, ya que no puede conocer si no a través de las imágenes que les llegan de los sentidos. En tales circunstancias el alma no puede prescindir del cuerpo: si se la priva de éste, no podrá desempeñar la función que le es propia. Por tanto hay que considerarla como una forma que nace y perece junto con el cuerpo, ya que no tiene ninguna posibilidad de actuar sin cuerpo.
Es artículo de fe la inmortalidad del alma, lo cual debe probarse con los instrumentos de la fe, es decir "con la revelación y con las escrituras canónicas", mientras que los demás argumentos no resultan apropiados. Pomponazzi afirma que no le cabe ninguna duda sobre este artículo de fe. En la postura de Pomponazzi se aprecia la teoría de la doble verdad.
En el orden moral, afirmará que la virtú se salva mejor con la tesis de la mortalidad que con la de la inmortalidad del alma, porque quien sea bueno en vista del premio que se otorgue en el más allá corrompe en cierto modo la pureza de la virtud, subordinados a algo distinto de ella misma.
En su "De incantationibus" (El libro de los encantamientos) afirmará que todos los acontecimientos, sin excepción, pueden explicarse a través del principio de la naturalidad, incluyendo también todo lo que ocurre en la historia de los hombres.
La modernidad de Pomponazzi en cuanto aristotélico reside en que, cuando la experiencia se oponga a los escritos de Aristóteles, prefiere la autoridad de aquélla.. La experiencia, y no Aristóteles, es la que siempre tiene razón.
5. El renacer del escepticismo.
5.1. Michel de Montaigne.
El epicureismo y el estoicismo sólo constituyen instancias marginales. En cambio, las tesis escépticas de la mano de Sexto Empírico gozaron durante el siglo XVI de seguidores. El escepticismo logró, además, crear un clima cultural peculiar, sobre todo en Francia, que halló en M.Montaigne (1533-1592) su expresión más elevada.
En sus celebres Ensayos el escepticismo convive junto con una fe sincera. El escepticismo es una desconfianza de la razón, no pone en discusión la fe, que se mueve en un plano diferente y en consecuencia resulta estructuralmente inatacable por la duda.
La naturalidad del conocimiento de Dios depende de manera total y exclusiva de la fe. Por tanto, un escéptico siempre será fideísta.
El fideísmo de Montaigne no es el de un místico, y el interés de los Ensayos se centra de forma predominante en el hombre y no en Dios. El "conócete a ti mismo", se convierte para Montaigne en programa del auténtico filosofar. Más aún: los filósofos antiguos se proponían conocer al hombre con objeto de alcanzar la felicidad. Éste objetivo también se encuentra en el centro de los Ensayos. Hay que plantearse cuál es el camino que sigue la razón escéptica, la que sostiene Montaigne, para alcanzar estos objetivos, aquella razón que con respecto a todas las cosas se interroga con cautela ""¿qué sé?" (que sais-je?).
El "conócete a ti mismo" no podrá llegar a una respuesta sobre la esencia del hombre, sino únicamente sobre las características del hombre individual, respuesta que se obtiene viviendo y observando cómo viven los demás, tratando de reconocerse a uno mismo reflejado en la experiencia de los otros. Los hombres son notablemente distintos entre sí, y ya que no es posible establecer la misma norma para todos, cada uno debe construirse una sabiduría a la medida. Montaigne dispone de una regla general: decir sí a la vida, en cualquier circunstancia.
"Yo propongo una vida baja y sin brillo, más para el caso es indiferente que fuera relevante. Igualmente se aplica toda la filosofía moral a una existencia ordinaria y privada que a una vida de más rica contextura; cada hombre lleva en sí la forma cabal de la humana condición." (Ensayos, III,Cap.II. Del arrepentimiento)
Bibliografía:
G.Reale; Antiseri,D. Historia del pensamiento filosófico y científico. vol II. Del humanismo a Kant. ed.Herder. 4ed.Barcelona.2001.