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Filosofía: Teoría de la evolución

 PRINCIPIOS BASICOS DE LA TEORIA EVOLUTIVA




1. La herencia de los caracteres adquiridos.


Parece lógico que la evolución de las especies guarde relación directa con los hábitos de vida de los individuos que las componen.  Así, la jirafa habría adquirido sus largos cuellos después de estirarlos durante generaciones para alcanzar las hojas de los árboles. De este modo entendía la evolución  a principios del siglo XIX Jean-Batiste de Lamarck (1744-1829) y en el núcleo de su teoría se encerraba el principio de que las transformaciones producidas en los individuos durante la vida por el uso y desuso de los órganos y estructuras se transmiten a los hijos(1).

Aunque esta explicación parece razonable, el mundo natural no se rige por la lógica humana. El conocimiento de las leyes de la herencia, desde Gregor Mendel (1822-1884) hasta la actualidad, nos lleva a descartar el planteamiento lamarckista. Hagamos lo que hagamos, no podemos modificar los genes -El gen es la unidad física básica de la herencia-que heredarán nuestros hijos. Es verdad que en los últimos tiempos debido a los avances de la ingeniería genética, es posible, su manipulación. Pensemos en la película GATTACA.


2. La selección natural.


Charles Darwin (1809-1882) y Alfred Russell Wallace (1823-1913)  dieron respuesta a la alternativa de Lamarck. Según estos científicos los individuos no representan un papel activo en la evolución. Dado que todos los individuos de una especie son genéticamente diferentes (excepto los gemelos univitelinos, que proceden  del mismo óvulo fecundado), en la competencia que se establece unos se verán favorecidos y otros perjudicados por sus genes, y de este modo se produce una selección. La selección natural que preserva las variaciones favorables y destruye las desfavorables.




     J-B. Lamarck                 Ch.Darwin        A.R.Wallace                  T.R.Malthus
 


Thomas Robert Malthus (1776-1834) en un ensayo afirmaba que, si no se les ponía freno, las poblaciones humanas tendían a aumentar geométricamente, superando el crecimiento de los recursos. Dichas amenazas apocalípticas no se han cumplido (2).

La consecuencia es que los individuos de las diferentes especies están permanentemente amenazados de muerte, y que, en consecuencia, pequeñas ventajas en los genes pueden ser decisivas para llegar a ser adulto y reproducirse, o para reproducirse más. A esto es a lo se refiere Darwin cuando habla de lucha por la existencia, que no necesariamente está teñida de sangre: las plantas y los herbívoros también compiten entre sí.

La selección natural, a diferencia de la selección artificial que el hombre lleva a cabo desde el Neolítico, no persigue ningún fin u objetivo. Es más, no hay variantes génicas mejores que otras en sentido absoluto, sino que todo depende de las circunstancias del medio ambiente. Lo que es favorable en un momento dado, puede no serlo en otro. Además, por un fenómeno que se conoce como mutación, de cuando en cuando nacen individuos con variantes nuevas, pero de ninguna manera los hábitos o necesidades de los individuos determinan en qué dirección se producirán las mutaciones. No obstante, éstas son una fuente inagotable de novedades sobre las que actúa la selección natural, modificando con el tiempo las especies e impulsando su evolución. Las mutaciones no producen por sí solas nuevas especies, sino que aumentan la variabilidad de las existentes.

El azar también representa un papel importante en la evolución; por ejemplo, cuando unos pocos individuos sobreviven aleatoriamente (sólo por su buena suerte) a una catástrofe ecológica que hace disminuir de forma espectacular los efectivos de su especie, o cuando unos pocos individuos son transportados pasivamente por las fuerzas de la naturaleza (el viento, los ríos o las corrientes marinas) para fundar una nueva población. Las características de estos individuos seleccionados por el azar podrían no ser las más frecuentes -normales-, en la población original y, sin embargo, son el punto de partida de la evolución posterior A veces una catástrofe de mayores proporciones puede eliminar de un plumazo una o muchas especies perfectamente adaptadas ( el ejemplo clásico de los dinosaurios).

En términos generales éste es el planteamiento comúnmente aceptado por el mundo científico desde los años cuarenta del siglo XX, y se conoce como neodarwinismo, porque integra en una síntesis moderna las ideas de Darwin con los avances de la genética y otras áreas de la biología, incluyendo el estudio de los fósiles o paleontología.

Dentro del campo del evolucionismo se han alzado voces que contradicen esta visión lenta de la evolución. Hay autores como Stephen Jay Gould y Niles Eldredge que opinan que la evolución camina a grandes zancadas, o mejor, a saltos. Dicho de otro modo, las grandes novedades evolutivas, la aparición de los grandes grupos de organismos como las aves o los vertebrados, no se deberían a la lenta acumulación de pequeñísimos cambios, sino a transformaciones radicales. Es en esta tensión entre ambos extremos, evolución gradual o a saltos, por donde van los debates actuales en el campo de la teoría evolucionista.


3. La escalera del progreso.


El proceso evolutivo con sus diferentes ramas y diversidades que se han sucedido a lo largo de los tiempos, parece conducirnos a nuestra especie como cima y compendio de la evolución.

Este planteamiento de la evolución como una escalera de progreso que conduce hasta la especie Homo sapiens está muy arraigada en la sociedad.De hecho este modelo antievolucionista fue el modelo hasta la llegada del evolucionismo (s.XIX). Un ejemplo de esa escalera es el texto de Charles White (1728-1813): 

"Ascendiendo por la línea de gradación, llegamos finalmente hasta el blanco europeo, el cual, al estar más alejado de la creación bruta, puede, por ello, ser considerado como el más hermoso de la raza humana. (...) ¿Dónde íbamos a encontrar, si no en el europeo, esa cabeza noblemente abovedada que contiene tan gran cerebro (...) ? (...) ¿Dónde, sino en el seno de la mujer europea, encontraremos dos hemisferios redondeados y blancos como la nieve, rematados en bermellón?" 

Según Darwin la evolución no tiene ningún propósito, no sigue ningún diseño preconcebido, es simplemente oportunista, no se dirige hacia ningún ideal de perfección. Así, los vertebrados no serían mejores que los invertebrados. El hombre tiene un diseño tan adaptado como el de un escarabajo(3) . Conceptos como inferior o superior en el orden evolutivo no tienen sentido, excepto para nuestra mentalidad que supone que el orden natural conspira para situarnos en el pedestal que como especie nos corresponde. El ser humano tiene delirios de grandeza, que autores como Darwin han intentado devolvernos a nuestros humildes orígenes.




 Nosotros no descendemos de los chimpancé, sino que tenemos un antepasado en común con ellos. Los chimpancés son nuestros hermanos, no nuestros padres. Tampoco descendemos de ninguna forma de organismo parecida a los erizos de mar. Sin embargo, el grupo de los equinodermos, al que pertenecen los erizos de mar, y el de los cordados, en el que se incluye nuestra especie, comparten un muy remoto antepasado común, que no era ni un erizo ni un humano. Las especies vivientes no se ordenan en una secuencia. No se aprecia una escalera hacia ninguna parte, sino un árbol con numerosísimas ramas, y sin ningún tronco o eje principal. La evolución no es lineal, sino divergente.




4. Significado de la revolución darwiniana. 


La teoría moderna (llamada "teoría sintética" (4)) de la evolución es una síntesis de los conocimientos genéticos -principios mendelianos- y del principio darwiniano de la selección natural. La mutación y la recombinación genética constituyen las fuentes de la variabilidad hereditaria; la selección natural es el proceso directivo y organizador que da origen a seres complejos y altamente organizados, adaptados a vivir y reproducirse en ambientes determinados.

Darwin concebía la selección natural como debida principalmente a diferencias en la supervivencia de los organismos. La selección natural se entiende hoy día de manera precisa en términos genéticos y estadísticos como reproducción diferencial.

Si los seres vivientes existieran en un ambiente uniforme y constante, la evolución tal vez hubiera producido un genotipo único óptimamente adaptado a tal ambiente y con ello se hubiera detenido. Afortunadamente, nuestro planeta alberga una extraordinaria variedad de ecosistemas que han dado lugar a la diversidad de formas de vida que actualmente existe, pero que el hombre en su carrera acelerada hacia ninguna parte, pone en peligro no solamente el futuro de todas las demás especies, sino que está comprometiendo su propio futuro y especialmente a las generaciones en han de venir (5). 

El curso evolutivo de una población no puede fluir en todas las direcciones teóricamente posibles, sino que está condicionado por la historia anterior de la población, dado que la configuración genética de una población está determinada por los ambientes en que la población ha vivido en el pasado. Así por ejemplo, Burgess Shale. 

El azar entra en juego en la evolución. Las mutaciones que producen las variantes hereditarias aparecen de manera aleatoria, independientemente de que sean ventajosas o no para sus poseedores. Este proceso de azar está contrarrestado por la selección natural, que preserva y multiplica las mutaciones útiles y elimina las dañinas. 

La teoría de la evolución nos muestra el azar y la necesidad intrincados en el meollo de la vida, la causalidad y el determinismo entrelazados en un proceso natural que ha creado las realidades más complejas, más diversas y más bellas del Universo: los seres vivientes. Tal es el descubrimiento fundamental de Darwin: que existe un proceso natural que es creador aun cuando no consciente. Y tal es la revolución conceptual completada por Darwin: que todas las realidades naturales, incluyendo el origen mismo de los seres vivientes, pueden ser explicadas por procesos materiales gobernados por leyes naturales.


 

Notas:

 1)   Es posible que esta afirmación sea el umbral de una nueva era. Las posibilidades de la ingeniería genética abren caminos insospechados sobre lo que podrán heredar nuestros hijos.

2) La visión malthussiana se corresponde a una visión del darwinismo social. Si alimentamos a los pobres, en la siguiente generación habrá más pobres. Este esquema se alimenta el neoliberalismo actual.

3)   El pensamiento científico ha dado pasos decisivos para situar a los seres humanos donde le corresponde. Así en el siglo XVI el hombre dejo de ser el centro del cosmos por obra de Copérnico al afirmar que la Tierra no era el centro del Cosmos sino el Sol. La revolución de Darwin, es aún más dolorosa, no somos la "especie elegida", sino una de tantas especies que pueblan la Naturaleza. No descendemos de los dioses, sino de los animales a los cuales pertenecemos.

4)Después de ser publicado "El origen de las especies", la idea de la selección natural quedó en el semiolvido, hasta que en la década de los años 30, dos autores, Ronald A.Fisher y Sewall Wright combinaron la genética mendeliana y la selección natural, para dar forma a la teoría neodarwiniana o teoría sintética.

5) Zygmunt Bauman, ("Tiempos líquidos" ed.Tusquest, 2007); nos habla de tres modelos de comprensión de la naturaleza. El guardabosques, que correspondería a la etapa premoderna, éste se limita a garantizar que ningún intruso entrará en él. Las cosas deben estar como están. La sociedad moderna en cambio, la metáfora adecuada es el jardinero. Éste tiene un plan y un objetivo, reorganizar el orden natural a nuestra propia medida. Lo natural se convierte en "malas hierbas" que hay que eliminar. La naturaleza se doméstica para hacerla habitable en nuestra ensoñación de poner en cintura a la naturaleza no conlleva perjuicios. Por último, el cazador, éste presenta el prototipo de la "sociedad líquida", es decir, la nuestra. El cazador lo único que le interesa es cobrar piezas, la preparación es lo que le seduce, no tiene interés en comprender que sus actos tendrán consecuencias que acabarán por imposibilitar aquello que lo mueve, supone que si se agotan las piezas, buscará nuevos escenarios donde reemprender su actividad depreda-dora. Su lema sería: después de mi, el diluvio. Es la quintaesencia del individualismo ciego a lo social. 


Bibiografía:

Juan Luis Arsuaga/Ignacio Martínez.  La especie elegida.  Ed.Debolsillo.4 ed. Barcelona 2000.



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