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Criticas al utillitarismo

 Críticas al utilitarismo*


En 1884 el barco Mignonette sufrió un naufragio del cual salieron con vida cuatro marineros. Éstos estuvieron a merced de las aguas durante 14 días sin agua y una lata de comida. Al cabo de estos 14 días la situación era desesperada, el grumete Parker, yacía en la proa del bote salvavidas, más cerca de la muerte que de la vida. Unos días después los restantes tripulantes llegaron a plantearse la posibilidad de echar a suertes quien debía morir. Finalmente, los tres marinos más experimentados decidieron sacrificar a Parker para poder alimentarse y sobrevivir.



Jean Louis Théodore Géricault


Las cuestiones morales se plantean en estos dos términos:

1) La moralidad de un acto depende sólo de sus consecuencias; deberá hacerse aquello que produzca el mejor estado de cosas, una vez consideradas todos los factores;

2) No solo debemos preocuparnos, en lo que se refiere a la moral, por las consecuencias, hay deberes y derechos que debemos respetar por razones que van más allá de las consecuencias.

En conclusión, ¿se reduce la moral a contar vidas y echar el balance de costes y beneficios, o hay deberes morales y derechos humanos tan fundamentales que están por encima de tales cálculos? Y si hay derechos así de fundamentales –sean naturales, sagrados, inalienables o categóricos-, ¿cómo sabremos cuáles son y qué les hace ser fundamentales?


I.- El utilitarismo de J.Bentham (1748-1832)


Su idea principal consiste en el principio de la máxima felicidad para el mayor número de personas. Maximizar la felicidad que supone el saldo favorable entre el placer y el dolor. Según Bentham, debe hacerse aquello que maximice la utilidad. Ésta hay que entenderla como cualquier cosa que produjese placer o felicidad y cualquiera que evitase el dolor o sufrimiento.

Este principio tiene su razón de ser, según Bentham, en que el ser humano está gobernado por placer y el dolor. Además éstos determinan que debemos hacer; el patrón de lo que está bien y de lo que está mal.

La afirmación del utilitarismo se basa en la idea común de que a todos nos gusta el placer y huimos de dolor. Sobre esta base el utilitarismo funda su idea de la vida moral y política. El maximizar la utilidad es un principio que puede extenderse tanto a los individuos como a los legisladores.

II.- Objeciones al utilitarismo.

1.- Los derechos individuales.

 Se le critica al utilitarismo su falta de sensibilidad a los derechos individuales. Para los utilitaristas los individuos son importantes, pero sólo en el sentido de que las preferencias de cada uno deben contar junto con las demás. La lógica utilitarista supondría poder aceptar lo siguiente:

Echar cristianos a los leones.

¿Está justificada a tortura en alguna ocasión? Un terrorista coloca una bomba en la ciudad, ¿está justificado la tortura para descubrir dónde está?

La ciudad de la felicidad. Ursula K. Le Guin, “Los que andando se marchaban de Omelas” (Doce moradas del viento, Edhasa, Barcelona, 2004).


2.- Una unidad común de valor.

El utilitarismo quiere una ciencia de la moral fundada en una contabilidad moral en la que sea posible medir, agregar y calcular la felicidad. Evalúa las preferencias sin juzgarlas. ¿Por qué debería ser juzgada mis preferencias por la lucha libre americana en vez de asistir a un recital de poesía? ¿Cómo medir preferencias diferentes? El utilitarismo encuentra una regla para medirlas. Es la utilidad el canon para medirlas.

Los críticos al utilitarismo ponen en cuestión precisamente que sea ese el canon para medirlas.

El análisis coste y beneficio intenta aportar racionalidad y rigor cuando hay que tomar decisiones sociales complejas; para ello traduce todos los costes y beneficios a un valor monetario y entonces los compara.

Los beneficios del cáncer de pulmón.

La tabaquera Philip Morris –Checoslovaquia- encargó un análisis en el que se concluía que el Estado checo ingresaba más por el tabaco de lo que gastaba en salud. El Tesoro ganaba 147 millones de $ al año.

Los depósitos de gasolina explosiva.

Los fabricantes de coche preferían indemnizar a las posibles víctimas que cambiar el sistema que hacía vulnerable al coche. La indemnización era de unos 200000$ por la vida humana.

Todos los críticos del utilitarismo, afirman que no es posible medir y comparar todos los valores y bienes con una sola escala. Las legislaciones actuales, tienden a valorar la vida en términos monetarios, en función de una serie de parámetros.


III.- J.S. Mill (1086-1873)



Las objeciones contra el principio de Bentham de la “mayor felicidad” suponía dos presupuestos:

1) No da la importancia que se merece la “dignidad humana” y a los derechos individuales, y

2) Se equivoca a reducir cualquier aspecto que tenga importancia moral a una sola escala de placer y dolor. ¿Son convincentes?

J.S.Mill, creía que tenía replica a estos dos reproches, desde la óptica del utilitarismo.

1.- El argumento a favor de la libertad.

Mill intenta reconciliar los derechos individuales con la filosofía utilitarista. En su obra “Sobre la libertad” (1859) ofrece una defensa cerrada de la libertad individual. Su principio es que las personas deberían ser libres de hacer lo que quieran con tal de que no perjudiquen a otros. El Estado no debe interferir en la libertad individual para proteger a una persona de sí misma o para imponer la que la mayoría crea que es la mejor manera de vivir. Los únicos actos por los que una persona ha de rendir cuentas a la sociedad son los que afecten a otros.

Mill Afirma que “ (...) Considero que la utilidad es la instancia decisiva en todas las cuestiones éticas; pero ha de ser utilidad es el sentido más vasto, fundamentado en los intereses permanentes del hombre en cuanto ser capaz de progresar” (Sobre la libertad)

Mill piensa que la maximización de la utilidad debe verse a largo plazo. Pues, con el tiempo, respetar la libertad individual conducirá a la mayor felicidad humana. Permitir que la mayoría imponga sus ideas, es a largo plazo nefasto, pues haría que la sociedad fuese más infeliz a largo plazo. Piensa que la controversia entre diferentes maneras de concebir la felicidad, propiciara una discusión que puede disipar prejuicios arraigados en la sociedad y elevar el tono moral de la sociedad. Una sociedad donde no haya discusión, piensa Mill, acaba siendo una sociedad opresiva que mina cualquier atisbo de individualidad.

Mill intenta la defensa de la libertad individual en los límites del utilitarismo. Para Mill coartar la libertad individual es inaceptable porque le impide desarrollarse como persona. El ideal de autodesarrollo y autonomía de la persona supone, llegar a los límites que el utilitarismo clásico estaría dispuesto a aceptar. El conformismo social es el peor enemigo para ese autodesarrollo individual.

Mill se enfrentaba a la aparición del fenómenos de las masas y veía en ellas una “tiranía” que podía ser mayor que cualquier gobierno despótico. Ésta idea proviene de Alexis de Tocqueville. Mill piensa que el carácter es un elemento a tener en cuenta en la idea de autonomía. Una sociedad masificada, piensa, creará personas adocenadas, fácilmente manipulables e influenciables, creando así, a seres pasivos. Los actos y sus consecuencias siendo importantes no son lo único importante. Importa el carácter, porque determina en qué clase de hombre me convierto.

2.- Placeres más elevados.

La réplica de Mill a la segunda objeción contra el utilitarismo –que reduce todos los valores a una sola escala- también descansa en ideas morales independientes de la utilidad. En el utilitarismo (1861), intenta mostrar que los utilitaristas pueden distinguir los placeres más elevados de los que son menos.

En Bentham no hay distinción de valores superiores o inferiores, lo que hay es la intensidad y duración del placer o el dolor que produce. Es decir, sólo se tiene en cuenta lo cuantitativo. Para Bentham eso que llamamos virtudes nobles, son los que producen un placer más fuerte, más prolongado. La falta de distinción entre placeres superiores e inferiores tiene que ver con la idea que las preferencias pueden medirse con la misma escala de utilidad.

Mill quiere ir más lejos que Bentham al distinguir entre placeres superiores y placeres inferiores, es decir, es posible evaluarlos no solo por la cantidad sino por su cualidad.

Mill afirma las tesis del utilitarismo: “ (...) tota acció és bona en proporció a la seva tendencia a promoure la felicitat, i dolenta n proporció a la seva tendencia a produir el contari de la felicitat. Per felicitat s’enten plaer i absència de dolor; per infelicitat, dolor i privació de plaer”(El utilitarisme, cap.2,[8], pàg.56)

Esta promoción de fe de las tesis utilitaristas se matiza con la introducción de la siguiente idea: Existen placeres que son superiores a otros. ¿Cómo podemos determinarlo? Mill propone un criterio simple: “Si de dos plaers n’hi ha un que decididament tothom prefereix, o almenys tots els que els han experimentat, i axiò sense tenir en compte cap sentiment d’obligació moral a preferir-lo, aquest plaer és el més desitjable” (Idem, [11] pàg.58).

Este criterio supone introducir una idea aristocrática: no todos los juicios de valor valen lo mismo. Para determinar la bondad de un juicio valorativo deberemos atenernos a la calidad del juez en cuestión. Dónde calidad significa la introducción de un ideal humano de autodesarrollo e independencia de juicio. Además, este criterio de moralidad se asienta en nuestro auténticos deseos: “El únic indici que pot haver de que qualcom és desitjable és que realment sigui desitjat per la gent” (Idem.)

Este criterio de excelencia choca con la constatación que preferimos muchas veces placeres inferiores a superiores. ¿No estamos deseando salir volando de un concierto de música clásica –hemos asistido por compromiso-, y encender la televisión para presenciar nuestro culebrón favorito?

3.- Shakespeare contra Los Simpson.

Casi nadie quiere reconocer que les apetece más ver un capítulo de Los Simpson que en enfrascarse en la lectura de una obra de Shalespeare. Si se les pregunta si creen que Shakespeare es superior a Los Simpson todos contestaran que sí. ¿Por qué muchos prefieren ver a Los Simpson en vez de leer al inmortal escritor inglés? Para Mill la respuesta habría que buscarla en el autodesarrollo de la personalidad que choca con limitaciones en las esferas institucionales y de la propia sociedad que prefiere las simples de Homer a las desaguisados de Otelo. Para que pueda interesar más Otelo que Homer deberíamos elevar el nivel de la sociedad a través de aquellas personas que por sus cualidades excepcionales puedan elevar el “tono moral de la sociedad”. Es en este contexto donde se afirma: “És millor ser una persona insatisfeta que no un gorrí  satisfet; millor ser Sòcrates insatisfet que no un ximple satisfet. I si el ximple o el gorrí opinen de forma diferent, és perquè només coneixen el seu propi costat de la questió. L’altra part, en aquesta comparació, coniex tots dos costats” (El utilitarisme, cap.2, pàg.61)

Mill parece deslizarse hacia una visión de la condición humana más compleja que la simple visión de J.Bentham, el ideal humano parece que no puede ser encerrado en las consideración de placer y dolor; sino que dibujamos un ideal que nos hace querer acercarnos a él. Juzgamos que el Fedón, por ejemplo, es un gran obra de arte, no porque nos guste más que diversiones menores, sino porque activa nuestras facultades superiores y nos vuelve más planamente humanos.


*El presente texto sigue el desarrollo del capítulo 2, con algunos retoques, el texto de Michael J.Sandel, capítulo 2 de “Justicia. ¿Hacemos lo que debemos?”. Ed.Debate, 2011.

J.S.Mill, L’utilitarisme, estudi preliminar de Miquel Costa, ed.62.


David Hume (y VI)

6.Hume y la teoría política(4).

1.- El contexto histórico.

El histórico abarcado desde J.Locke a D.Hume, incluyen hechos de la máxima importancia para la formación del mundo contemporáneo. Entre ellos hay que mencionar, al menos, los siguientes: 

.- la revolución inglesa de 1688, por la que se abolió el derecho divino del rey y restableció por primera vez el predominio del parlamento en un sistema político; 
.- el desarrollo del comercio, que alteró las relaciones sociales tradicionales y suprimió viejas y pesadas barreras a la movilidad individual; 
.- la Independencia de las colonias británicas en Norteamérica, que dio paso a la formación de los Estados Unidos, la primera democracia en un país extenso; 
.- la Revolución Francesa y las guerras napoleónicas, que conmocionaron Europa entera; 
.- la revolución industrial, que provocó nuevos, conflictos sociales y obligó a nuevas adaptaciones de los sistemas políticos representativos.(J.M.Colomer)


2. Características de la Ilustración y el liberalismo británico:

a) En primer lugar, se trata de un pensamiento con un alto grado de laicidad, tanto en pensadores que se confiesan cristianos -como John Locke-, como en los que, a partir del siglo XVIII, adoptan una posición abiertamente atea -tal es el caso de David Hume y Jeremy Bentham- .Esta característica está sin duda, vinculada al ambiente intelectual creado por el intento de reforma de la Iglesia católica y -el cisma- mal llamado protestante que tuvieron lugar a principios del siglo XVI, tras los cuales la idea de Dios quedó notablemente alejada del regimiento de los asuntos públicos. Concebida como un asunto privado.

b) En segundo lugar, en el pensamiento británico prevalece una orientación realista y empirista, atenta a los requerimientos cambiantes de los hechos para adoptar formulas políticas de apertura y equilibrio, más que modelos ideales con pretensión definitiva.

c) En tercer lugar, se parte de una visión antropológica relativamente pesimista, en la se supone que los hombres tienen motivaciones básicamente egoístas de búsqueda del propio interés, aún en los casos -como el ya citado de Locke- en que se atribuye a los individuos una dignidad moral innata. 

d) Por último, conviene subrayar que laicismo, empirismo y utilitarismo, no comportan soluciones políticas menos radicales en cuanto a la libertad, que las derivadas de otras, doctrinas, portadoras de un mensaje de certezas -teorías iusnaturalistas-. El liberalismo británico se distingue más bien por favorecer las convenciones -artificios políticos- en vez de las convicciones -apelación a leyes naturales-, por formular programas de reformas realizables por el método del consenso más que legitimaciones morales de la obligación política como deber absoluto de obediencia.(J.M.Colomer)



3.- La utilidad del Estado.

¿Puede ser reducida la política a ciencia? La pregunta la fórmula en el año 1741, y la respuesta era afirmativa, sin embargo, en 1753 (De la libertad civil) las cosas ya no eran tan claras, abundan los "a veces","casi", afirmando la causa por la que ya no puede ser ciencia: "(..) Nuestra experiencia no alcanza ni a tres mil años -relativiza -; de modo que no sólo el arte de razonar es aún imperfecto en esta ciencia, como en todas las demás, sino que nos falta materia suficiente sobre la que ejercitarlo". Además "da pocas reglas que no admitan excepciones, y que no puedan ser a veces superadas por razones y accidentes" (De la sucesión protestante, 1752).

El blanco de ataque de todas las teorías políticas se centran en la crítica del derecho divino como del iusnaturalismo y el contractualismo. Frente estos modelos de índole metafísico, él busca "un tratamiento relativista y utilitario de las cuestiones fundamentales de la obligación política y de las relaciones entre el interés público y el interés individual" (J.M.Colomer).

Empecemos por las críticas al naturalismo y contractualismo, que representan las posiciones de J.Locke:

1) No es cierto que haya existido jamás un "estado de naturaleza" en la que los hombres tuvieran todos los derechos individuales, son una "ficción filosófica". No ha existido nunca ningún "contrato social" que diera origen al Estado. Además, ¿por qué debería ser acatado un contrato que las generaciones siguientes no han firmado?

2) El contrato social se sustenta según Locke en el consenso. Naturalmente, para Locke, este consenso puede cambiar, si también cambia las condiciones del contrato. Pero para Hume el origen del Estado tiene su origen en la violencia. La cita que viene da una muestra del origen del Estado, contra las ensoñaciones metafísicas: "Casi todos los Estados que hoy existen, (...), fueron originariamente fundados sobre la usurpación y la conquista, cuando no sobre ambas, sin ninguna pretensión de libre consentimiento o sujeción parte del pueblo". Hume es crítico con la revolución de 1688 que consistió en un cambio de dinastía.

La obligación política y su legitimidad tienen su origen en la utilidad del Estado: "la utilidad política constituye el único origen de la justicia y las reflexiones acerca de las benéficas consecuencias de esta virtud son el único fundamento de su mérito". La justicia no surge de principios inmutables ya sean divinos o racionales, sino como convención para dirimir los conflictos surgidos en nuestra sociedad.



¿Por qué los individuos adquieren esos vínculos sociales? En primer lugar, por motivos egoístas, pero no sólo por ellos. Entra aquí un concepto optimista de la condición humana, la simpatía (sympathy: compasión, benevolencia o solidaridad, en la actualidad, empatía).La simpatía supone la disposición a promover intereses comunes de los hombres y el bienestar de la sociedad (J.M.Colomer). Hume es consciente que no existe una naturaleza humana fija e inmutable y que precisamente por ello el ser humano cambia, ya sea por la educación las costumbres y los nuevos ideales que irán surgiendo en el futuro.

El criterio utilitarismo que permite explicar la fudamentación del Estado -seguridad y autopreservación del individuo-, traza además, una línea entre asunto público y privados, y que el Estado debe intervenir, en los primeros y en los segundo, abstenerse de ello. Los razonamientos de Hume avanzan en muchos aspectos los planteamientos desarrollados en el siglo XX por las teorías del bienestar, de la elección pública y la cooperación racional (J.M.Colomer).

David Hume llega, pues, a establecer la conveniencia de un régimen constitucional, basado en la división de poderes, el gobierno de las leyes, la existencia de garantía judiciales y la apelación a la opinión, a partir del supuesto pesimista del egoísmo de los gobernantes. (J.M.Colomer).


Notas:

(1) Frederick Copleston, Historia de la filosofía vol.5 de Hobbes a Hume, ed. Ariel, 4ed.Barcelona, 1981, (páginas,72-73.)

(2) En la modernidad filosófica inaugurada por Descartes se debate sobre las relaciones entre la subjetividad y el mundo objetivo y los supuestos puentes que se tienden entre uno y otro. Esta mediación presupone que en el orden epistemológico y en el orden del pensamiento podemos distinguir entre los conceptos y un material neutro, libre de toda conceptulización -cómo si esto fuera posible-. En el empirismo este material neutro sería en Hume las impresiones.

(3) En este apartado he seguido las indicaciones que se apuntan en la introducción a cargo de Gerardo López Sastre. David Hume, Investigación sobre los principios de la moral,Edición y Traducción de Gerardo López Sastre, col. Austral, Espasa Calpe, Madrid, 1991, pág.9-26.

(4) El último apartado, he reseguido y copiado el apartado dedicado en esta obra de conjunto, llevada a cabo por J.M.Colomer. Fernando Vallespín ed., Historia de la teoría política, vol 3, Alianza editorial, Madrid, 1991, capítulo,1, págs, 35-56.


John Stuart Mill (VI)

IV.- Revisión del utilitarismo: la libertad como bien.

Mill acepta el principio básico del utilitarismo de que las acciones son buenas en cuanto tienden a promover la felicidad y malas en cuanto tienden a producir lo opuesto a ella, entendiendo por felicidad el placer y la ausencia de dolor y por infelicidad el dolor y la privación del placer.

Mill matiza y profundiza en el concepto de felicidad. Ésta no es la mayor felicidad posible del propio individuo, sino la felicidad general. La felicidad general es un bien para el conjunto de todas las personas. ¿Por qué la felicidad y no otro bien? La respuesta de Mill parte de un postulado según el cual, todo hombre/mujer busca la felicidad, y sólo la felicidad como fin de sus acciones.

Para Mill ya no se trata, como en el Bentham maduro, de concebir la libertad como condición para que se formen y expresen los deseos y preferencias razonables de los individuos, sino de un elemento consustancial al desarrollo de las facultades humanas y la mejora de la especie.

La felicidad no puede identificarse, de este modo, con una dimensión placentera, sino como un fin complejo que incluye la búsqueda de la verdad y la virtud; no puede restringirse a la satisfacción de los deseos, sino que requiere la libertad, dignidad, seguridad y posibilidades de desarrollo de las facultades humanas de inteligencia y sociabilidad. Hay, pues, un conjunto de fines, cuya determinación requiere la práctica de un cierto arte de vivir, para los que la idea de felicidad es sólo una justificación y un criterio e evaluación.

Este planteamiento supone introducir, junto al principio de utilidad, otros principios secundarios que actúen como criterios o guías de acción (*). La dificultad de un criterio moral supone reconocer que en el ámbito de las acciones humanas, incluso las buenas intenciones no bastan, también hay que atenerse a las consecuencias (*).



En su On Liberty [Sobre la libertad] (1859), la libertad de pensamiento y de expresión es defendida con este trasfondo. Según Mill, la discusión debe favorecerse en cualquier circunstancia:

.- porque la opinión contraria puede ser verdadera, ya que no cabe atribuir a nadie la infalibilidad.
.- porque  aún siendo falsa, con el ejercicio de la controversia aumentará la comprensión de la verdad y ésta se reforzará en las mentes.

Se trata, pues, de un alegato dirigido no sólo contra todo fanatismo ideológico que pretende una afirmación unilateral de la verdad, sino contra lo que Mill –bajo la influencia de Alexis de Tocqueville- llamará la tiranía de la opinión mayoritaria (opinión pública).

Sólo la libertad crea, pues, el clima que permite desarrollar la fuerza del antagonismo de la individualidad, que es considerada como uno de los elementos del bienestar.

Por tanto, la libertad ha de comportar la posibilidad de elegir entre una diversidad de estilos de vida personal en todo aquello que se refiera sólo a uno mismo y no afecte a los demás. La interferencia en la vida privada de los individuos sólo puede justificarse por una necesidad de autoprotección o para evitar interferencias a terceros.

Esta defensa de la privacidad choca con la objeción de que apenas existen actos que, de algún modo directo o indirecto, no afecten a otros miembros de la sociedad. Pero, aun en este supuesto, según Mill, sólo cabría sancionar el resultado perjudicial para otros que pudiera derivarse de una acción, pero no las conductas disidentes o minoritarias por sí mismas. La tolerancia de éstas y la prioridad de la autonomía personal con respecto a la seguridad también se apoyan en el optimismo de Mill con respecto al desarrollo de los seres humanos.

Mill estaría escandalizado por el espectáculo de los Estados que en nombre de la seguridad, hacen del escrutinio de la vida privada de los ciudadanos. Que en nombre de la libertad la socavan, y que dicha libertad no es un don establecido para siempre, sino que es muy frágil y volátil. Sólo una sociedad como la que aspiraba Mill, sea capaz de vigilar las acciones del Estado.

John Stuart Mill (IV)

II.3.- Crítica al utilitarismo.

El terme apareix de la mà de Jeremy Bentham (1780) el pare del utilitarisme. Per què consti amb acte, el utilitarisme és una corrent ètica, que identifica allò que es bo amb el valor de  l’ utilitat. I a més, afirma que tots els esser humans volen la felicitat que identifiquen amb el plaer i rebutgen el dolor. Una altre qüestió es si això es cert. Bentham com bon positivista que era estableix una llei: el principi de utilitat: “principi de la màxima felicitat per el major nombre de persones". Aquest és el criteri que ha de promoure la transformacions de la societat.

                                                                   
                                                                         I.Kant

Des de altres postures ètiques el utilitarisme s’exposa a moltes crítiques. Això es així, perquè no hi ha cap postura ètica que no tingui punts febles. Per exemple, I.Kant (s.XVIII)  va establir l’afirmació que el que compte es la “ètica de les conviccions”. Els essers humans són un fi i mai un mitjà. Això naturalment, es posar-hi el llisto molt alt. Si a la matinada truquen a la porta i apareixen dos homes amb gavardines negres i molta mala llet, i et pregunten si a la porta del costat els teus veïns són jueus, quina resposta hi has de donar? La resposta de Kant, es dir la veritat, sempre. El utilitarista, donaria un altra resposta, perquè dir la veritat es sentenciar a la desaparició dels nostres veïns. Respostes alternatives, com “no ho sé”, “no sabia que eren jueus”, etc.


                                                                 Úrsula K. Le Guin 

El pobre Kant no sé si s’ho hauria repensat. En tot cas, l’excel•lència ètica pot arribat a tenir conseqüències nefastes. També amb el utilitarisme. Hi poso un exemple força colpidor. Al comte de Úrsula K. Le Guin que es diu: “Los que se alejan de Omelas”, hi ha un bon exemple de les limitacions del utilitarisme de J.Bentham. Sintetitzen molt la història ens diu el següent: A la ciutat d’ Omelas tot son flors i violes, per dir-ho així. La felicitat envaeix tots els recons de la ciutat. Les persones son honestes, bones persones. Però a Omelas hi amaguen un secret amarg. A un dels edificis en el soterrani ho viu un nen: .  

En el cuarto hay un niño sentado.   Podría ser un niño o una niña.  Aparenta unos seis años pero en realidad tiene casi diez.   Es retrasado mental.   Tal vez nació anormal o se ha vuelto imbécil por el miedo, la desnutrición y el abandono. (...) Todos saben que existe, todo el pueblo de Omelas. Algunos han ido a verlo, otros se  contentan únicamente con saber que está allí.   Todos saben que tiene que estar.   Algunos comprenden la razón, otros no pero ninguno ignora que su felicidad, la belleza de su pueblo, la ternura de sus amigos, la salud de sus hijos, la sabiduría de sus becarios, la habilidad de sus artesanos, incluso la abundancia de sus cosechas o el esplendor de su cielo dependen por completo de la abominable miseria de ese niño.

Què hi diria J.Bentham ? La resposta utilitarista es ven clara: s’ha deixar el nen allà dins, perquè el principi utilitarista s’ho posa el major be per en major nombre de persones. Què fàcil es dir els tòpics de torn, però, si surt el nen, Turut viola. Adéu al mon idíl•lic de Omelas. Ja sé que el exemple no deixa marge per la retòrica. Per suposat, Kant clamaria al cel, malgrat haver enviat als seus veïns al infern, per qüestions ètiques. Les situacions límits posant al descobert a totes les corrents ètiques  buits i esquerdes que posen de manifest les dificultats del esser humans en aquestes qüestions de que es bo o dolent.



En aquest punt faig apareix el nostre heroi filosòfic: J.S.Mill. Ell segueix la tradició del utilitarisme ampliant les seves fronteres. Els crítics han dit que el utilitarisme de Mill ja no es utilitarisme. D’aquesta polèmica domèstica en el àmbit filosòfic ho deixen corre. Mill reivindica la virtut. La resposta al nen de Omelas es deixa-ho lliure. Per què? La resposta es semblant a la de Kant, per dignitat humana. La felicitat no es assumpte exclusivament individual també té una dimensió social. Si volen de veritat una societat humana diu J.S.Mill he de treballar per construir-hi personalitats fermes i dignes. Cóm? Mitjançant l’educació. Establint valors com la compassió, la solidaritat, la recerca de l’excel•lencia, en tots els àmbits de la nostre vida, i en aquest camí podem topar amb la felicitat. Aquesta és un subproducte de tota aquesta activitat que el home cerca per fer el bé i gaudir del plaer. Mill afirmarà que la societat ha de ser lliure i democràtica per poder tirar endavant el projecte de creació d’una societat oberta i respectuosa amb les minories i capaç de oferir el marc adequat per que cada persona poguí cercar el seu propi camí amb companyia dels altres.  I Deu? J.S.Mill considera que la virtut i la recerca de la felicitat no te rés a veure amb el Deu del cristianisme.  

John Stuart Mill (III)

II.2.- ¿Qué es el utilitarismo? (*)

El término “utilitarismo” ha tenido diferentes propietarios que se han adjudicado su paternidad. Según D.Baumgardt, dicha paternidad hay que adjudicársela a J.Bentham que lo utilizó hacia 1780 y publicado sólo póstumamente. 

El concepto “utilitarismo” supone la identificación de lo que es valioso con lo útil. Lo bueno es lo útil. Sin embargo, el nombre de utilitarismo se identifica con la corriente representada por J.Bentham, James Mill (padre) y J.S.Mill (hijo). En el siglo XVIII, Helvecio ya había proclamado que la vida humana estaba fundada en dos grandes impulsos, el deseo de felicidad y la voluntad de evitar el dolor.

 El fundador del utilitarismo moderno se encuentra en la figura de Jeremy Bentham que en 1824 fundó la revista Westminster Review para expandir su ideario. El utilitarismo está al servicio de una reforma de la sociedad humana: de su estructura política –que debía ser básicamente liberal y democrática-, y de sus costumbres. La base de la reforma de la sociedad es que el reconocimiento de la existencia de dos motores en nuestra naturaleza humana: el placer y el dolor.

Según Bentham, el principio de utilidad o “principio de máxima felicidad para el mayor número de personas”, admite dicha “sujeción” –a estos dos motores-, y proporciona una norma de lo que es justo e injusto, correcto e incorrecto. El elemento efectado puede ser un individuo o una comunidad. El interés de la comunidad es el de los individuos que la constituyen y el interés del individuo abarca la “suma total” de sus placeres y dolores. Es decir, el principio de utilidad afirma que debemos promover el placer, el bien o la felicidad (que son una y la misma cosa) y evitar el dolor, el mal y la desdicha. Con el fin de elegir lo que es bueno, es necesario establecer un cálculo de placeres y dolores. Además, afirmará que la utilidad es medible y señala las dimensiones de la misma: intensidad, duración, certeza, proximidad sobre las que cabe edificar una aritmética moral.



Este cálculo de placeres y dolores se verá matizado, pues reconocerá la multiplicidad de factores de las diferentes sensibilidades de las personas, lo cual dificultaría la reducción de la felicidad a una sola pauta universal cuantificable. J.S.Mill tratará de darle un valor moral cualitativo a la idea de felicidad.


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(*) K.Marx dibujará los perfiles de Jeremy Bentham de forma poco amable, en general, era poco amable. De él se puede leer lo siguiente: "L'esfera de la circulació o de l'intercanvi de mercaderies, dins la qual es mouen la compra i la venda de la força de treball, era en realitat un auténtic Edèn dels dretes innats de l'home. Aquí només domina la llibertat, la igualta, la propietat i Bentham. (...) Bentham!, perquè cadascun només pense en ell mateix." (K.Marx, El capital, I,IV,3 pàg.215. Clàssics del pensament modern, Edicions 62/Diputació de Barcelona. Barcelona, 1984.

Marx define a Bentham como sigue: "(...) A l'economia clàssica lo ha agradat sempre concebre el capital social como a una magnitud fixa amb un grau de rendiment fix. Però aquest preejudici només s'establí en dogma gràcies al superfilisteu Jeremias Betham, l'oracle fredament pedant, xerraire pesat, del sentit comú burguès del segle XIX.

En nota a pie de página Marx somete a una implacable crítica los principios del utilitarismo: "Jeremias Bentham és un fenomen purament anglès (...). El principio de la utilita no era cap invent de Bentham. Simplement reproduí sense enginy el que amb enginy Helvetius i d'alres francesos del segle XVIII habien dit (...). Aplicat a les persones, quan hom vol jutjar tot acte, moviment, relació, etc., humà segons el principi de la utilitat, en primer lloc cal estudiar la natura humana en general i desprès la natura humana modificada en cada època històrica. Bentham no està per tants brocs (en sentit figurat, no esta per tantes històries). Amb l'eixutesa més ingènua suposa com a home normal el burgès estret de mires modern, i especialment el burgès estret de mires anglès. El que és útil a aquest estrany home normal i al seu món és útil en si i per si. I a partir d'aquesta escala de valors jutja el passat, el present i el futur. (...) Si jo tingués el coratge del meu amic H.Heine diria que el senyor Jeremias és un geni de la l'estupidesa burguesa" (nota 63, K.Marx. El capital, II,XXII,5, pàg.275

J.S.Mill


Xerrada en l´Ateneu: Taula rodona amb Ferran Sáez, escriptor i doctor en Filosofia per la UB, i Marçal Sintes, director del CCCB. Presenta: Ramon Alcoberro, professor de Filosofia de la UdG.

Entrevista a Juan Francisco Martín Seco (i II)

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