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El cristianismo y la filosofía

El cristianismo no tiene estructura  intelectual, sino que consiste en la fe en un  hecho singular, ocurrido en  una ocasión, por decisión libre de Dios, y sin más explicación posible que un amor, y no una razón. Que Dios se haga un hombre, en un instante histórico, no  es  algo formulable lógicamente, sino  narrable, y no demostrable, sino creíble.


1. Visión general de la fe y la ética cristiana. 

Como su nombre indica, la fe cristiana esta relacionada específicamente con Jesucristo. Puede decirse que se basa en dos supuestos.

*  El primero es la realidad de Dios. Pero cuando se plantea el interrogante ¿qué tipo de Dios? (pues en la historia humana ha habido muchos y diversos dioses),

* el segundo supuesto es que Dios se revela en el ministerio de Jesucristo. Este nombre ha llegado a ser de uso común, aunque el término Cristo está arraigado en la fe judía en la que éste vivió. Se refiere a un esperado Salvador que habría sido enviado por Dios para enderezar el mundo. Los primeros cristianos fueron aquellos judíos que creían que esto había sucedido en el sacerdocio de Jesús.

Al contrario que las diversas religiones mistéricas vigentes en el Imperio Romano en la época de Jesús, la fe judía es de carácter vigorosamente ético. Así, no es sorprendente que la fe cristiana también tenga un fuerte cariz ético. Sus orígenes se encuentran en primer lugar en la Biblia. Según la fe cristiana, el Antiguo Testamento prepara y se consuma (aunque también en muchos aspectos se niega) en el sacerdocio de Jesús. El Nuevo Testamento se concibe como un testimonio de la vida, muerte y triunfo de Jesús sobre la muerte, y también de la nueva comunidad, el Pueblo de Dios, que se formó a resultas de su sacerdocio. Las experiencias acaecidas tras su muerte animaron a sus discípulos mas íntimos a rendir culto a Dios mediante él, algo extraordinario para que lo hiciesen judíos estrictamente monoteístas; y está es la razón por la que comúnmente la Iglesia cristiana termina las oraciones con la expresión "por Jesucristo nuestro Señor". Sin embargo, incluso el termino “resurrección” que utilizaban los cristianos para interpretar el triunfo de Jesús sobre la muerte está tomado del judaísmo de los últimos siglos de antes de nuestra era.



Inicialmente las tradiciones acerca de Jesús se transmitieron por vía oral a las congregaciones cristianas y en el seno de estas,y de la manera apropiada a su situación. Mas tarde se incorporaron a los cuatro evangelios,cada uno de cuyos autores tiene su posición teológica. Marcos es el primero, y escribe unos cuarenta años después de la muerte de Jesús. Antes de esa época tenemos las Cartas de San Pablo a diversas Iglesias, varias de las cuales fundó el mismo.Estas cartas reflejan su comprensión básica de la fe y la ética cristianas, y ofrecen su respuesta a problemas éticos específicos que se habían planteado en la vida de estas jóvenes Iglesias.

La Iglesia tardo tres o cuatro siglos antes de dejar claro que libros consideraría incluidos en el Canon (o Regla) de las Escrituras, y por lo tanto de la Biblia que conocemos hoy día. Las fuentes de la ética cristiana también incluyen así la tradición de reflexión ética de la comunidad de la Iglesia a lo largo de los siglos, al hilo de su toma de posición frente a las cambiantes situaciones a las que hizo frente. Y los propios datos de estos problemas se convirtieron en otra fuente de la etica cristiana. A todos ellos subyace la conciencia (o facultad de razonamiento sobre cuestiones éticas) que los cristianos comparten con todos los seres humanos.

El cristianismo, que comenzó como un movimiento de reforma, asociado a una figura carismática de la campiña judía, rápidamente se convirtió en un movimiento predominantemente urbano al difundirse a lo largo de las grandes vías del Imperio Romano. Pronto ceso la influencia judía directa (particularmente tras la caída de Jerusalén en manos de Roma en el 70 CE) y aumento la de la cultura helenística dominante, con su legado de la filosofía y la ética griega. Tras la caída de la propia Roma cuatro siglos después, el cristianismo se convirtió en heredero del desmoronado Imperio Romano, y con el tiempo se integro íntimamente en las instituciones de una civilización, la civilización europea y la de sus extensiones posteriores en el "nuevo mundo". En la actualidad el cristianismo se ha difundido en todo el mundo y esto plantea nuevas cuestiones doctrinales y éticas.


2. Jesús*

Lo decisivo del mensaje de Jesús es la noticia gozosa de una nueva libertad: no dejarse dominar por el ansia de dinero y de prestigio, por la venta de poder, por el apetito sexual y por el afán de gozos y placeres, sino ser libre para Dios y para los hombres. El hombre no tiene por eso que convertirse en una asceta; sabido es que Jesús asistió a banquetes. Pero el hombre tampoco debe limitarse egoísticamente a persigue sus intereses y a satisfacer sus necesidades.

Lo que importa es vivir conforme a la voluntad de Dios con el pensamiento puesto en el reino de Dios y no perder de vista el bien del prójimo: no cree sojuzgarlo sino tratar de servirle. Una nueva solidaridad con los débiles, los pequeños y los pobres. Practicar la bondad y el perdón. Un mensaje de no violencia, de misericordia de paz

La fuerza de su mensaje tiene que ver con su dramático destino, que alcanzó su punto culminante en la ciudad santa de Jerusalén.

El judío Jesús no anuncia un estado teocrático judío ni tampoco la creación de la Iglesia. Si no el reino de Dios venidero, con sus promesas y sus normas. Sin embargo, su mensaje su modo de obrar de llevan a una confrontación con el establishment político-religioso: un conflicto vida o muerte. Es demasiado radical su crítica de la religiosidad tradicional y del ejercicio del poder de los gobernantes. Es demasiado liberal su interpretación de la ley religiosa, del sabbath, de los preceptos sobre la pureza y la comida. Es demasiado escandalosas su solidaridad con los pobres, con los miserables, con los “pobres diablos”: Jesús se compadece del pueblo. Es demasiada  la tolerancia que muestra, para escándalo de los piadosos, con los transgresores de la ley, con los “pecadores”. En el caso concreto, perdón sin límites, renuncia sin contraprestación, servicios y la aceptación de personas: a eso apuntan sus parábolas y sus obras.

Es bien conocido el terrible final, y la iglesia del Sepulcro evocar todo eso: murió siendo un joven de poco más de 30 años, después de la vida pública asombrosamente breve de un máximo de tres años o tal vez sólo de unos meses. Traicionado y negado por sus discípulos y sus seguidores. Zaherido y escarnecido por sus adversarios. Abandonado por Dios y por los hombres. Sufre la muerte más atroz, una muerte que, según la justicia romana, no puede aplicarse a los delincuentes con ciudadanía romana. Sólo mueren  así  los esclavos evadidos y los rebeldes políticos: en el patíbulo de cruz. La última señal de vida del torturado: un grito. Desde entonces, la cruz es el signo distintivo de los cristianos. Y es la cruz lo que  les hace posible superar lo negativo de la vida humana y de la sociedad: el sufrimiento, la culpa, la falta de sentido y la muerte.

Ya en vida, Jesucristo, esa gran figura  profético-entusiástica, había reclamado para sí, sin funciones ni títulos, sólo con palabras y curaciones, unos poderes que iban más lejos  que los de un rabí  o un profeta. Muchos veían en él al Mesías. Él ser remitía al mismo Dios, a quien osaba  llamar, con una escandalosa confianza, “abba”(“querido Padre”). La comunidad primitiva, llevada de sus vivencias de resurrección, lo llama “Hijo de Dios”, un título que en tiempos pasados había estado reservado a los reyes de Israel.

El crucificado es la gran señal de esperanza en una vida eterna, como dice la primera profesión de fe al comienzo de la Epístola a los Romanos: “Él fue constituido Hijo de Dios con poder por su resurrección de entre los muertos” (Rom 1,4). Pero también es un hecho histórico que la afiliación divina de Jesús se convirtió en una señal de desunión, primero entre cristianos y judíos, después entre cristianos y musulmanes. Una tragedia de la historia de las religiones.

Seguramente el no hay otro lugar el mundo en el que la divergencia entre el judaísmo, el cristianismo y el islam se sienta con tanta intensidad como precisamente aquí en Jerusalén. Sin embargo las tres grandes religiones tienen en común más que lo que las separa:
1.- Las tres, judaísmo, cristianismo e islam son religiones de fe: creen en el Dios uno; y también los cristianos árabes dan a Dios a nombre de Allah.
2.- Las tres tienen carácter histórico: no piensan en categorías de ciclos cósmicos, sino que toman la creación de Dios como punto de partida y esperan la consumación del mundo y de la vida humana.
3.- Las tres han sido acuñadas por grandes figuras proféticas: no son religiones místicas sino proféticas en sentido histórico.
4.- Las tres han consignado su mensaje en libros sagrados: son una especie de religiones del libro.
5.- Las tres tienen una ética básica común: grandes preceptos de carácter humanitario, que ellas entienden como expresión de la voluntad de Dios.(1)
cristo



El nervio de la enseñanza va en pos del olvido de uno mismo que da lugar a una bondad de la que uno no es consciente. Jesús se pronuncio severamente en contra de la bondad consciente de si misma, como señalamos al referirnos a Lucas 18:9 ss. Las recompensas de que hablo Jesús no pueden derivarse de su búsqueda directa. En realidad, perseguir conscientemente el desinterés es autocontradictorio. No se puede perseguir el olvido de si mismo.

Es de señalar que Jesús no ofreció una normativa precisa sobre cuestiones éticas detalladas. Cuando le preguntaron que tributo se debía dar al Cesar (Mat. 22:25 ss.) dijo que había que dar a Dios lo que era de Dios y al Cesar lo que era del Cesar, sin decir que se debía a cada uno de ellos. No se pronuncia sobre la guerra, sobre la pena capital, el juego, la justicia, la administración de la ley, la distribución de bienes, el socialismo, la igualdad de rentas, la igualdad de sexos la igualdad de color, la igualdad de oportunidades, la libertad, la esclavitud, la autodeterminación o la contracepción. El ir en favor de todas estas cosas no tiene nada de cristiano, como tampoco ir en contra de ellas, si entendemos por "cristiano" lo que enseño Jesús de acuerdo con los evangelios sinópticos (2).


Bibliografía:

* Para determinar el alcance de la figura de Jesús, nada mejor que acercase al estudio de Javier Gomá Lanzón, en su Necesario pero imposible (2013),que cierra su monumental Tetralogía de la ejemplaridad -ed. Debolsillo, Barcelona, 2019-. En esta obra, se hace una puesta acerca de la supervivencia más allá de la muerte, como se ejemplifica en la muerte y resurrección de Jesús.

(1) Hans Küng, En busca de nuestras huellas. La dimensión espiritual de las religiones del mundo. ed. Debolsillo, Barcelona, 2005.

(2) VV.AA. Historia de la Ética. Vol I. J.Gómez Caffarena. El cristianismo y la filosofía moral cristiana.ed. Crítica, Barcelona,1988.

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