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Sofistas: Protágoras y Gorgias

El término "sofista" supone un contenido que es la sabiduría, un agente, el sabio; y su instrumento, entre otros, el sofisma.

En el siglo V a.C., este término se restringe a dos ámbitos: la profesionalidad y el ámbito de la política.

I.- Caracteres de la sofística

1.- Enseñanza de la retórica.

Los sofistas son "profesionales de la enseñanza"; como tales, enseñan determinados contenidos. Estos contenidos la disciplina común a todos ellos [sofistas] es la retórica. Además comparten un conjunto de métodos y cobran un salario por este trabajo. El enemigo por antonomasia de los sofistas es Platón por tratar de "seducir a las almas" y seducir a las masas, el orador para Platón se contenta con la mera apariencia y no se interesa por la verdad.

Platón ve en los sofistas y la retórica que estos practican los dos paradigmas -modelos- entre el filósofo y el sofista. Platón conecta la retórica con el arte de las antilogías que se aplica a "todo lo que se dice". Es decir, las antilogías serían un método de búsqueda de argumentos a favor y en contra de cualquier tesis. Este método sería criticado por borrar entre lo verosímil y la verdad (platónica).



Si la conexión con la antilogías de Protágoras es una prueba de que a los ojos de Platón la retórica es una disciplina con carga teórica, la conexión con la práctica democrática ateniense abundaría en la necesidad del político democrático dominará dicha técnica.

En cuanto a los procedimientos metodológicos, en concreto, el tipo de prueba, opone Platón la refutación propia a la refutación retórica. Ésta se caracterizaba en los tribunales por presentar numerosos testimonios dignos de crédito, mientras que es refutado el que presenta uno solo o ninguno . Sócrates defiende otro tipo de refutación (Gorgias 472c): " (..) yo no sé presentar en apoyo de lo que digo más que un solo testigo (...)" (464 a,b).

2.- Honorarios.

La cuantía es difícil determinar, y en esta radica una diferencia esencial entre la actividad de los sofistas y la socrática:

1) Sócrates enseña lo que sabe, mientras los sofistas, "como traficantes de mercancías del alma" (Sofista, 224c), las venden con ánimo de lucro sin saber si son buenas o malas.
2) En la medida en que Sócrates no cobra, no contrae ningún compromiso, y puede elegir a sus discípulos. Los sofistas serían esclavos de sus clientes,

En la República (492 a) hablará de la necesidad de escoger a los mejores para la educación, rechazando que la masa llegue a ser filósofa, y advirtiendo de los peligros de la educación sofística.

3.- Intereses teóricos.

Los sofistas amplían la temática de reflexión filosófica: si los milesios se centraban en la Physis (realidad,ser) y otros -Heráclito y Parménides-, los problemas del conocer (las sendas de la investigación), los filósofos del siglo V y los sofistas se aventuran en nuevos territorios: la teoría del Estado, la polis, las relaciones sociales.

Con los sofistas queda constituido la triada mágica de la filosofía: realidad, verdad y bien; que permite trazar las coordenadas de eso que llamamos filosofía.

II.- Interpretaciones.

1) La ausencia de textos y los fragmentos escasos hacen que el conocimiento de los sofistas provengan de Platón y Aristóteles. Grote afirma que fue el círculo socrático -Platón y Jenofonte-, los iniciadores del descrédito filosófico de los sofistas.

2) La actualización del pensamiento sofista se enfrenta aún a los senderos de la crítica platónica y aristotélica en dos aspectos:
a) la creencia de que la obra de los sofistas carece de interés filosófico puesto que apunta a necesidades de orden práctico.
b) La creencia que la crítica de Platón y Aristóteles expresa la verdadera interpretación de la doctrina sofística.

III.- Relativismo.

Protágoras encarna el relativismo sofístico a través de tres núcleos argumentales:
1) Las antilogías.
2) La frase: "el hombre como medida" (HM).
3) El argumento débil y fuerte.

1.-) El principio antilógico enuncia que "en toda cuestión hay dos razonamientos mutuamente contrapuestos". Los "Dissoi logoi" (las antilogías) ofrecen diferentes ejemplos aplicados a la moral, a la verdad y al ser.

Este principio antilógico se formula con carácter de universalidad (José Sola Dueso) , y no implica la identificación de los contrarios y, en consecuencia, tampoco puede atribuirse a Protágoras ni la imposibilidad de la contradicción (Platón), ni la negación del principio de no contradicción (Aristóteles).

La propuesta del sofista consistiría en la generalización del lenguaje relacional que conduciría, no a especular acerca de la bondad o la justicia en sí (Platón y Aristóteles), sino a plantearse cuestiones, como hace Trasímaco en la República, relativos a "para quien", "por qué", "dónde". Es decir, aspira a centrar el diálogo dentro de un determinado contexto. Allí donde no hay principios inmutables ni eternos, tenemos que conformarnos con tentativas razonables de lo que sea justicia o bondad, etc,. Sabiendo de antemano que pueden ser falibles.

2.-) La frase: "De todas las cosas medida es el hombre, de las que son en cuanto que son, y de las que no son en cuanto que no son "(Sexto Empírico). Mientras que las antilogías enuncian un principio ontológico general, el HM tiene aplicación en dos niveles diferentes:

a) Sería el resultado de aplicar el principio antilógico a dos ámbitos específicos: las valoraciones (relativismo moral) y el conocimiento sensible (relativismo epistemológico).
b) La cuestión ontológica es la bisagra que nos sitúa en el segundo nivel del HM: el problema de la verdad. Para Protágoras la verdad es una relación; sólo después se plateará cómo definirla, a saber, como una relación de correspon-dencia entre enunciados y hechos.

Este segundo nivel es el que preocupa a Platón y Aristóteles puesto que ambos comparten la definición de la verdad como correspondencia. El núcleo de la cuestión en determinar si la verdad es una relación o como pretenden Platón y Aristóteles como una esencia. Si la verdad es una relación peculiar, pues, si es cierto que debe reposar en el objeto, en cambio la "norma" o "medida" de la verdad sólo puede serlo el sujeto, que es el único que puede "decidir" si hay correspondencia o no. Aristóteles llegará a decir lo siguiente: " Habrá que admitir que los unos son medida, pero que no lo sean los otros" (Metafísica, 1063 a 3). Es decir, sólo si el que mide es el hombre prudente o filósofo.

Sobre la cuestión de la verdad en relación con el HM, se discuten dos tipos de problemas no siempre diferenciados:

1) el problema de la arbitrariedad subjetivista que se resuelve con la doctrina de la correspondencia, es decir, con apelación a los hechos.
2) Más allá de dicha arbitrariedad, el HM afirmará que cada sujeto, es el juez último. No cabe, pues, recurso ulterior ni a los dioses, ni al experto (filósofo), ni al objeto.

El sujeto es juez y parte, y esto supone la existencia del conflicto o disensos que es consustancial a los problemas de orden político y por extensión al orden interpersonal .
3.-) El argumento débil y fuerte.

Este argumento se expresa en "hacer fuerte el argumento débil " (Aristóteles, Retórica, 1402 a 23). En general, esta breve sentencia, ha servido de base para atribuirle una total indiferencia respecto del valor de verdad de las proposiciones.

El problema es que Aristóteles identifica interesadamente relativo con aparente y falso. Mientras que Protágoras el concepto de probabilidad era un concepto relativo.

La filosofía de Protágoras es, en sentido fuerte, una filosofía rival para Platón y Aristóteles.

II.- Protágoras

1. El contexto histórico.

El término "sofista" significa "experto en el saber". De una valoración positiva acabó convirtiéndose en negativa por obra y gracia de Platón y Aristóteles. Éstos sostuvieron que el saber de los sofistas era aparente y no efectivo, y en vez de buscar un saber desinteresado, lo cultivaban en provecho propio, es decir, con ánimo de lucro. W.Jaeger acierta en su diagnóstico acerca de los sofista al afirmar: " Los sofistas son un fenómeno tan necesario como Sócrates y Platón; más aún, éstos sin aquellos resultan del todo impensables" (W.Jaeger.- Paideia).

Los sofistas desplazaron la problemática de la physis y el cosmos por la sociedad y el hombre, es decir, se centraron en el ámbito antropológico. Los temas que centraron su atención fueron: "la ética, la política, la retórica, el arte, la lengua, la religión, la educación, es decir lo que hoy llamaríamos la cultura del hombre".

El por qué de este desplazamiento se debe fundamentalmente a dos causas: 

a) Por un lado, al agotamiento de las posibilidades de la filosofía de la physis. Los autores presocráticos habían explorado todas las posibilidades explicativas del arjé. Por tanto, se requería otra una nueva vía de investigación. 

b) El siglo V a.C. tuvieron lugar cambios en la configuración social, política, cultura y económica que favorecieron el desarrollo de la sofística.

El siglo V a.C. supone el relevo paulatino de la aristocracia por el demos -pueblo-. Atenas refleja a la perfección esta mutación histórica. La afluencia de emigrantes -metecos-, el crecimiento comercial y la difusión de las ideas y costumbres de los viajeros con sus mitos, tradiciones, provocaron un choque "cultural" que fructificó en la época de Pericles. La aristocracia y su areté -virtudes- pierden peso y se consolidan las conquistas de los demos para acceder al poder. El areté ya no es una cuestión de sangre y nacimiento, sino de cultura. Los sofistas conectaron con las aspiraciones de los jóvenes, fundamentalmente, con la ruptura de los modelos tradicionales de la aristocracia. 

2.- Protágoras y las antilogías.

Nace en Abdera entre el 491 al 481 a.C. y muere al final de ese siglo. En Atenas conoció el triunfo social y político, puesto que Pericles le encomendó la redacción de una constitución (444 a.C). Su obra principal son Las antilogías.

El principio antilógico enuncia que "en toda cuestión hay dos razonamientos mutuamente contrapuestos". En cada cosa se puede decir y contradecir, es decir, se pueden aducir razones que se anulan recíprocamente. Como dice L.Robin: " Se trata de enseñar a criticar y a discutir, a organizar un torneo de razones contra razones".

La tesis de Protágoras acerca del hombre como medida de todas las cosas (homo mensura), suponía dos ideas:

1) La idea de "medida", como norma de juicio, juicio que supone la idea de subjetividad, que no arbitrariedad. La subjetividad supone la negación de la existencia de la verdad como una entidad independiente del sujeto cognoscente. Afirmará que la verdad es relativa para quien conoce, nadie estaría en la falsedad, sino que cada uno estaría en su verdad. 
2) La idea de "todas las cosas" supone la idea de la experiencia en general. Nada escapa al escrutinio subjetivista -relativista- de la medida del hombre. Donde hombre ha de ser entendido, como sujeto concreto e individual.

Aristóteles llegará a decir lo siguiente: " Habrá que admitir que los unos son medida, pero que no lo sean los otros" (Metafísica, 1063 a 3). Es decir, sólo si el que mide es el hombre prudente o filósofo. Aristóteles es consciente de las dificultades que plantea las tesis sofístas.

La frase: "De todas las cosas medida es el hombre, de las que son en cuanto que son, y de las que no son en cuanto que no son "(Sexto Empírico)  

Protágoras pasa por ser también quien establece el argumento débil haciéndolo fuerte. La técnica tenía valor utilitario en la oratoria de la asamblea y en los tribunales. Hay que ser capaz de dar argumentos y razones sobre cualquier cosa. No quiere decir que Protágoras defendiera la injusticia y la falsedad, sino que a través del arte de la oratoria pudiese salir victorioso en la disputa dialéctica.

3.- Protágoras y el problema de la verdad.

La tesis del "homo mensura" supone aceptar la tesis relativista ya en el ámbito epistemológico, como en el axiológico. No hay verdades absolutas, ni valores eternos. ¿Qué criterios deberíamos adoptar, si todo es relativo? La respuesta de Protágoras será la utilidad.

"El sabio es aquel que conoce aquello relativo que es más útil,más conveniente y más oportuno,y sabe convencer a los demás para que también lo reconozca y lo ponga en práctica".
El problema de la verdad o su relatividad preocupa a Platón y Aristóteles puesto que ambos comparten la definición de la verdad como correspondencia. El núcleo de la cuestión es determinar si la verdad es una relación o como pretenden Platón y Aristóteles como una esencia. Para Aristóteles un enunciado es verdadero si hay correspondencia entre lo que se dice y aquello sobre lo cual se habla. Si digo que esta mesa es verde, se sobreentiende que me estoy refiriendo a esta mesa verde que está delante de mi. 

Protágoras busca la verdad, pero esa verdad es relativa al sujeto que conoce. El relativismo es útil para la convivencia en la polis. Si no hay verdades absolutas, lo adecuado y razonable es discutir acerca de lo divino y lo humano. Siempre será posible ponernos de acuerdo sobre las cuestiones que nos interesan. ¿Y la verdad? Protágoras se contenta con que cada uno afirme su verdad para intentar llegar a pactos que permitan la convivencia, sin que haya vencedores ni vencidos.

4.- Protágoras y los dioses.

"Respecto a los dioses,no puedo saber si existen ni cuál puede ser su forma, pues muchos son los impedimentos para saberlo,la oscuridad del problema y la brevedad de la vida humana". (Diels, frag.4)

El relativismo epistemológico y axiológico lo convierte en agnóstico en relación a la divinidad. En el fragmento de Diels, establece una distinción importante en el orden del conocimento. Hay cosas que podemos conocer y otras que no. ¿Qué podemos conocer? La experiencia sensible permite acceder al conocimiento. Pero más allá de lo sensible, ¿qué podemos conocer? El reino de la divinidad es desde luego un ámbito en el que no podemos conocer, el límite infranqueable de nuestro conocimiento que es frágil y relativo. No niega a Dios pero no lo podemos conocer, además rechaza la visión tradicional de los dioses -"ni cuál puede ser su forma". Epicuro no dirá otra cosa de los dioses que lo dicho por Protágoras.


III.- Gorgias.

Nace en en Leontino (Sicilia) hacia el año 485 a.C., discípulo de Empédocles, y maestro de éxito en Atenas. El centro de sus ataques es el pensamiento de Parménides y su escuela -eleatismo-.
  
En su obra "Del no ser o bien de la naturaleza" establece gradualmente tres tesis:
1) Nada existe; 
2) Si algo existe,no se puede conocer por los hombres y 
3) Si se puede conocer,no se puede comunicar y explicar a los demás.

La argumentación intenta demostrar que el concepto de ser y no ser son pura ilusión. Lo que se afirma es el nihilismo metafísico- negación de la realidad-. No sabemos si este nihilismo es un ejercicio erístico o una toma de posición teórica. En cualquier caso, niega la verdad y la posibilidad de conocerla. El ser y el no ser no expresan las cosas que aparecen en la experiencia. Nuestro conocimiento no puede ir más allá de la apariencia. Nos dirá que: " El medio con que lo expresamos es la palabra; pero la palabra no es el objeto que realmente existe: por tanto, no expresamos a nuestro prójimo una realidad existente, sino solamente la palabra, que es una realidad distinta del objeto..." (Sexto Empírico). 

Entre las palabras y las cosas hay según Gorgias un abismo insalvable que no es posible llenar. La misión imposible para llenar esa laguna es la retórica. El arte de la persuasión, sabiendo de antemano, que todo es pura convención e ilusión.

Gorgias es el primero en teorizar la función del arte como catalizador de sentimientos, la poesía tiene como misión no la utilidad, sino "el engaño poético" (apaté). Así como la retórica, tiene finalidades prácticas, convencer en la asamblea, la poética tiene como objetivo crear ilusiones que transportan a quienes las oyen a universos irreales y ficticios. Platón se opondrá a los poetas como aquéllos que nos alejan de la verdad. Aristóteles recogerá la idea de Gorgias sobre la función catártica del sentimiento poético.

7.- Conclusiones.

Las conclusiones que Reale y Antiseri suministran sobre los sofistas son las siguientes:

1.- Abrieron nuevas sendas en el orden moral, pero no supieron fundamentarla por faltarles una concepción adecuada acerca de la naturaleza del hombre. Sócrates tratará de llenar esa laguna.

2.- Rechazo de las concepciones antropomórficas de lo divino y también renuncia a la búsqueda del arjé. Protágoras será agnóstico, mientras que Gorgias se muestra aún más escéptico. Pródico interpreta a los dioses en clave utilitaria y Critias como la invención ideológica elaborada por un político hábil. Después de la crítica a la divinidad, era necesario nuevos planteamientos para una fundamentación que no podía ser de este mundo.

3.- La sofística realiza una vuelta de tuerca al problema de la verdad. En la época arcaica, no existía distinción entre verdad y apariencias. Ésta se inicia con el nacimiento de la filosofía al distinguir el logos de la apariencia y la primacía de la verdad al logos. Protágoras realiza una escisión dentro del propio logos al afirmar la existencia que en cada afirmación también hay una negación -antilogías-. Gorgias da otro paso, el logos no es expresión del pensamiento, sino palabra, que puede decir y no decir. Platón y Aristóteles tratarán que el pensamiento y la palabra vuelvan a soldarse.

4.- En cuanto al tema central acerca del hombre, Protágoras afirmará que el hombre es eminentemente como sensibilidad y sensación relativizadora, es decir, la vía de acceso al conocimiento es da carácter sensista, la experiencia es la fuente de nuestro conocimiento -fenomenismo-, y su valor de verdad es la opinión. Gorgias entenderá al hombre sobre bases emocionales, capaces de cualquier dirección en función de los objetivos que los oradores. 

5.- Como nos dice Alcoberro, las tesis esenciales de los sofistas pueden resumirse en los conceptos filosóficos siguientes: nihilismo ontológico -Gorgias, fenomenismo -Protágoras-, subjetivismo, sensismo, escepticismo, conven- cionalismo -el fundamento de la polis, no hay que buscarlo en la naturaleza, sino en un pacto o contrato social-, positivismo y relativismo.




Notas:

1) Protágoras. Entre sus obras se encuentran: Sobre la verdad, llamada también Discursos demoledores , que comienza con su famosa declaración del hombre como medida. Antilogías o Argumentos contrarios

2) En la actualidad los tribunales españoles siguen concediendo mayor credibilidad a varios testigos que a uno sólo o ninguno, a parte de la declaración a los imputados y las víctimas.

3) Esta afirmación supone que sólo en el marco institucional de la polis pueden los hombres dirimir sus conflictos y la instauración de la democracia y el método de las mayorías es en última instancia el juez (medida).


Bibliografía:

Giovanni Reale y Dario Antiseri.- Historia del pensamiento filosófico y científico. vol I. Antigüedad y Edad Media. ed.Herder.

José Sola Dueso, Sofistas. Historia de la filosofía antigua.ed.Carlos García Gual, ed. Trotta y CSIC. Enciclopedia iberoamericana de filosofia. Vol.14. Valladolid, 1997.




David Hume (V)

La ética en Hume.


6.1.Hume: Los principios morales (3).

En su obra "Investigación sobre los principios de la moral", Hume parte de las distinciones moral que todos nosotros utilizamos a diario. Decimos que esto es bueno, y aquello malo, pero ¿qué quiere decir que esto es bueno o malo? La respuesta que nos proporciona resulta llamativa, porque según él, una acción o una cualidad mental es virtuosa sólo estamos diciendo que su contemplación suscita en nosotros un sentimiento de aprobación o rechazo. ¿De dónde surger estos sentimientos? La respuesta se halla en nuestra propia naturaleza humana. En su ensayo "El escéptico", nos dirá: "no hay nada en sí mismo estimable o despreciable, deseable u odioso, bello o deforme; sino que todos estos atributos surgen de la estructura particular del sentimiento y el afecto humano". Así, pues, no hay una realidad objetiva que sea buena o mala, sino que estos sentimientos son relativos a nuestra peculiar naturaleza.


¿Qué cualidades aprueban o estiman todos los hombres? La respuesta curiosamente se halla en un examen introspectivo "entrar en nuestro propio pecho" y preguntarse qué cualidades desearíamos que nos fuesen atribuidas. Las cualidades se dividen en cuatro:

1) Cualidades útiles a los demás (integridad, la justicia, la veracidad, la lealtad, etc.)
2) Útiles a la misma persona que las posee (la prudencia, la laboriosidad, la constancia, etc.)
3) Inmediatamente agradables a las demás personas (la cortesía, la corrección, la agudeza y el ingenio, etc.), y
4) Inmediatamente agradables a su poseedor (la alegría y el humor, en la delicadeza de gusto, etc.)

Todo aquello que resulte inútil o desagradable para los demás o para la persona que posea las cualidades habrá que colocarse, por el contrario, en el catálogo de los vicios.

La trilogía: Alegría, felicidad y gentiliza son las armas del reenganche virtuoso que propugna Hume y ante tal trilogía, ¿quién puede resistirse? La virtud nos dirá lleva en sí misma su propia recompensa. En toda descripción -cualidades morales- viene de consuno la dimensión normativa. Su visión de la virtud no depende de la existencia de Dios, es una visión puramente secular. Rechazará por consiguiente, la moral que se sustenta en la divinidad. Las virtudes cristianas, le parecen contraproducentes y van contra los propios intereses de la naturaleza humana. Dirá que tales "virtudes" son desagradables e inútiles (la castidad, por ejemplo).



Hume no es un J.Swift (1667-1745), ni un B.Mandeville (1670-1733), el primero, una mirada crítica e irónica, que frente a la pobreza propone soluciones imaginativas: ante las hambrunas repetidas en su Irlanda natal propone como sistema que nos comamos a los niños, porque de esta forma- utilitalista-, solventaríamos el problema del hambre, y el problema de una superpoblación condenada a la misería. Sin embargo, la solución no está en la brutal explotación de Inglaterra contra la pérfida y católica Irlanda que era mera finca de la Corona británica, afirma la necesidad de una mirada cristiana para solucionar los problemas, mientras que el segundo, se limita a constatar la paradoja de que los vicios privados son fuente de virtudes públicas,la paradoja la explica través de la fábula de las abejas, y nos dice que si en ésta entrase la manía de las virtudes cristianas, el resultado sería la miseria. Hume, como buen ilustrado, aspira a través de la tolerancia a una sociedad más feliz y humana.

Así, pues, la religión crea sus propias reglas morales, que debilitan la virtud propia de nuestra naturaleza humana. En este contexto, Hume analiza un tema que es paradigmático del abismo entre la moral religiosa y la moral laica: el suicidio.

El suicidio entiende que se trata de un asunto que afecta a dos polos: por una parte a la felicidad de los individuos y por otra, al conjunto de la sociedad. Cuando el dolor y la desgracia rodean o amenazan a una persona hasta el punto que llega a sentir odio por la propia vida; cuando la edad o la enfermedad convierten la propia existencia en una pesada carga peor que la aniquilación, ¿puede alguien dudar de que el suicidio está de acuerdo con el propio interés? Si estas preguntas conciernen al individuo, ¿está de acuerdo con los intereses de la sociedad? Aquí Hume fábula con una historia de abnegación y heroísmo: si un patriota fuese detenido y sometido a torturas para delatar a sus compañero de conspiración, ¿puede dudarse que al suicidarse estaría obrando de acuerdo con el interés público?, ¿No sería por ello elogiado?

Hume reflexiona sobre una sociedad secularizada, donde la apelación a Dios como guía de nuestras acciones es inútil o contraproducente. Solo estamos nosotros, nuestros sentimientos egoístas y la simpatía que nos hace sentirnos miembros de una comunidad. Hume no se hace demasiadas ilusiones: "para un filósofo e historiador la locura, imbecilidad y maldad de la humanidad deberían aparecer como sucesos normales" (New Letters).

Dia Mundial de la Filosofia

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