Presocráticos: Pluralistas (Empédocles, Anaxágoras y Leucipo -Demócrito

I.- Introducción

Los pluralistas arrancan de la distinción establecida por Parménides -diferencia ontológica-, como la diferencia entre la realidad (ser) y apariencia (devenir). Estos autores tratan de hacer compatible la lógica impuesta por Parménides y la defensa de lo aparente (el cambio). Ahora, lo que hay son compuestos que se caracterizan por tener las propiedades del ser. No hay llegar a ser y dejar de ser, sino, combinación de elementos (1).


1.- Empédocles.

La personalidad de Empédocles (484/481 a.C-424/421 a.C.) debió fascinar al poeta alemán Hölderlin (1770-1843) para escribir un drama con el título La muerte de Empédocles. La actividad de Empédocles resulta polifacética ya que según nos cuentan era médico, poeta, orador, ingeniero, demócrata. Lo característico es su personalidad que marcan el lenguaje con un sello distintivo.

El lenguaje se convierte en vehículo de transmisión de los anhelos de su sociedad.


Escribe Sobre la naturaleza y otro poema de tono místico,
 De purificaciones.


Empédocles parte del problema planteado por Parménides sobre el ser y su unidad,y sobre la imposibilidad de que algo surja del no ser,o incluso de que pueda desaparecer. Empédocles compagina esta tesis del ser, que el llama esfera,con una defensa de la importancia de los sentidos (DK 31B3).

La esfera ideada por Empédocles a semejanza de ese ser “redondo” de Parménides, contenía en sí misma los cuatro elementos –aire,fuego,tierra,agua- que eran las raíces de todo. Por eso no hay vacío ni aniquilación. Todo lo que existe no es sino resultado de mezcla y separación de esos elementos,que siempre permanecen por mucho que las cosas se muden.

Amor y el Odio.

Pero el movimiento de la realidad no se debe a principios inertes que casualmente coincidiesen. Una de las ideas más sugestivas de Empédocles es su descubrimiento del amor y el odio como motores del mundo. Dos principios que manifiestan esa experiencia de los seres humanos. En otro contexto diferente, S.Freud hablará Eros y Thanatos.

En el imperio del amor que reina en la esfera y que constituye el momento de estabilidad y de plenitud, puede surgir el odio que disgrega y corrompe. Empédocles establece una especie de dialéctica en esta lucha en la que estos dos principios opuestos están empeñados. Aristóteles hablará de causa eficiente para explicar el mecanismo que permite la diversidad de la physis, en el caso de Empédocles es el amor/odio.

El descubrimiento del amor como fuente de creatividad es una aportación fundamental en la visión del mundo que Empédocles nos transmite.



2.- Anaxágoras: el sabio desterrado.

Anaxágoras tiene el dudoso privilegio de ser el primer filósofo desterrado. De su ciudad natal Clazómenas se trasladó a la ciudad de Atenas entorno al 460 a.C.,donde cultivo su amistad con Pericles o Eurípides. En Atenas fue acusado de impiedad por sus afirmaciones en astronomía “que el sol era una masa de piedra incandescente” (DK 59 A 1). Se refugio en Lámpsaco donde murió en el año 428.




Platón nos transmite lo que costaba un “libro” filosófico en Atenas:

"(..) hasta el punto de no saber que los libros de Anaxágoras de Clazómenas están llenos de estos temas -sobre cuestiones de la physis-? Y, Además, ¿aprenden de mí [Sócrates]los jóvenes lo que de vez en cuando pueden adquirir en la orquestra [lugar del ágora donde se comerciaba con libros], por un dracma como mucho, y reírse de Sócrates si pretende que son suyas estas ideas, especialmente al ser tan extrañas?(..)".(Apología 26d)

Anaxágoras parte,como los eleatas,de la idea de que no es posible que algo tenga un origen o un fin: “(....) Nada nace ni perece,sino que a partir de lo que existe se originan combinaciones y separaciones” (DK 59B17). Por consiguiente,tiene que haber en el mundo de las cosas una unidad originaria en la que está todo.

El problema de la unidad y pluralidad encuentra una explicación con su teoría de las “semillas” de las cosas,que subyacen en el fondo de todas ellas (DK 59B10).

Los elementos no son cuatro –Empédocles-,sino infinitos, tantos como las cosas que existen, inalterables,como pequeñísimos gérmenes (spermata) de lo que todo brota. Aristotéles los llamó homoiomerías (lo semejante se une a lo semejante y lo que no lo es se separa y distancia)

El nous.

Timón de Fliunte. (-325/-320 a -235 aprox), discípulo de Pirrón de Elis -iniciador del escpetisicmo-, escribió un poema en sus Sátiras que Diogénes Laercio transcribe acerca de Anaxágoras:

"Donde dicen que el héroe valeroso/Anaxágoras se halla./Apellidado Mente/(y tuvo dichosa),/porque nos dijo que la mente eterna/puso en orden las cosas,/ antes confusamene amontonadas". (Diógenes Laercio, Vidas de los más ilustres filósofos griegos)

Es un principio de orden,como una especie de amor,parecido al de Empédocles,pero libre ya de cualquier elemento místico; un amor “intelectual” que la organización del cosmos impulsa.Existe por sí mismo,es independiente,eterno y luminoso. (DK 59B12). Sin embargo, Anaxágoras, acaba por deshumanizar a ese Espíritu que Sócrates pensaba podía ser la respuestas a sus dudas y esperanzas. El Espíritu acaba siendo una causa eficiente (Aristóteles), sin ninguna intencionalidad y por tanto, puramente mecánico.


3- Los átomos: Leucipo y Demócrito.

1. Leucipo.

Leucipo nacio en Mileto (460 a.C), llegó a Italia, a Elea,a mediados del siglo V a.C. y de Elea pasó a Abdera, estuvo en contacto con la filosofía de Parménides, pero no siguió, con respecto a los seres, su mismo camino, ni el de Jenófanes, sino que, por lo que parece, más bien el contrario. Pues mientras que aquéllos consideraban al todo, uno, inmóvil, increado y limitado, y no consintieron la búsqueda de lo que no es, Leucipo sostuvo que hay infinitos elementos -los átomos- siempre en movimiento, añadiendo que sus formas son infinitas y que no hay razón para que un átomo tenga una forma y no otra, al darse cuenta de que la génesis y el cambio de los seres era incesante. Afirmó además que el no-ser- existe tanto como el ser- y que ambos son causa de las cosas que llegan a ser. Supuso que la naturaleza de los átomos era compacta y plena y que eso era el ser. Esos átomos se movían en el vacío, que llamaban el no-ser. De la misma manera su compañero Demócrito de Abdera estableció como principios lo lleno y lo vacío.(DK 67A8)

Difícilmente se puede hacer una síntesis más clara de lo que constituye el núcleo fundamental del atomismo, en su relación con la filosofía anterior.El texto es fragmento de una obra pérdida de Teofrasto, el discípulo de Aristóteles. Pero en él se plantea además, el problema de los dos creadores de esta doctrina con la que culmina toda la filosofía anterior a Platón.


2. Demócrito de Abdera

Demócrito, nacido en Abdera en torno al año 470. Abdera había sido fundada por colonos jonios en las costas de Tracia. Sabemos también que viajó por Egipto y Oriente, pero que regresó a su ciudad natal, donde se dedicó a la investigación. Murió con más de noventa años.



Como sus años, también fueron muchos sus escritos.Con Demócrito empieza a tomar consistencia la idea de «escritor».Por ello sorprende que apenas nos hayan llegado más que fragmentos de sus obras. Sus intereses intelectuales fueron muchos -matemáticas, gramática, ética, técnica, política, etc.- y uno de sus fragmentos dice que «prefería conocer las razones verdaderas de las cosas que llegar a ser rey de los persas» (DK 68B 1 18).

La teoría de los átomos

Demócrito, teniendo en cuenta la concepción del ser de Parménides, inmutable y eterno, precisa, sin embargo, que ese ser consiste en infinitos seres -átomos ­(lo que no puede dividirse más) y con los que quiere explicar el mundo de la experiencia y el nacimiento, multiplicidad y perecer de las cosas.

Esa multiplicidad de átomos no están organizados desde cualidades diferentes -la tierra, el aire, el fuego-, sino que, siendo cualitativamente neutros, se distinguen sólo en la forma, el orden y la situación. Los átomos se parecen, pues, al ser de Parménides, por su carácter de eternos, incorruptibles, increados y por no ser percibidos por los sentidos, sino por la mente. Para que esos átomos se muevan necesitan el vacío, en el que desplazarse y ordenarse. Por la posición y forma en que ocupan ese vacío, los átomos diversifican y organizan sus movimientos. Así se origina y configura el mundo, nuestro mundo que es uno de los infinitos mundos posibles. Esa infinitud y esa posibilidad unida a la idea de vacío, equivalente al no-ser, abre la puerta de esa vía de la opinión -de lo que es y no es-, que había quedado cerrada con la negación de Parménides a caminar por ella. Sin embargo, esa posibilidad no es fortuita. El movimiento no es posible por el azar, sino que todo está regido por la necesidad, de una manera mecánica, sin que haya dioses o causas exteriores a esos átomos que los dirijan.

Aristóteles en su Metafísica(A,4,985), sintetiza lo esencial del pensamiento atómista:

"Leucipo y su colega Demócrito dicen que son elementos lo Pleno y lo Vacío, a uno de los cuales llaman Ente, y al otro No-ente (...) las diferencias son causas de las demás cosas. Pero enseñan que estas dierencias son tres: la Figura, el Orden y la Posición. Afirman, en efecto, que el Ente difiere sólo por la proporción, el contacto y la colocación. Y de estas diferencias, la proporción es la figura, el contacto es el orden y la colocación es la posición. Pues la A difiere de la N por la figura, y AN de NA por el orden, y Z de N por la posición" (..).

Aunque los átomos no poseen diferencias cualitativas sí poseen diferencias en cuanto a su forma y configuración: la forma, el orden y la posición. Los átomos pueden diferir entre ellos por su forma, del mismo modo que la A difiere de la N; o pueden diferir por por el orden que ocupan, no siendo lo mismo AN que NA; o por la posición, de modo que, aun poseyendo la misma forma, la Z se diferencia de la N (si giramos la Z noventa grados a la derecha tenemos la N).


El alma y las sensaciones

Si «el hombre es un microcosmos» (DK 68B34), un mundo en pequeño, su alma se parecerá a esos átomos que constituyen al universo:

Demócrito afirma que el alma es un cierto tipo de fuego o elemento caliente. A los átomos de forma esférica se les llama fuego -y alma -como esas motas suspendidas en el aire y que aparecen cuando los rayos de sol se filtran por las ventanas-; los átomos esféricos son alma porque por su estructura son capaces de atravesarlo todo y de moverlo todo y ellos mismos están en movimiento. [... ] De donde se supone que esa frontera del vivir está eri la respiración. (ARISTÓTELES: De anima, 1, 4O4a 1-10)

El alma, pues, como principio del movimiento se hace presente en esa «frontera del vivir».Una frontera móvil que expresa el ritmo de la existencia.Con esa imagen, Demócrito recobra el sentido primitivo del alma como aliento, como vida que se identifica, en cada exhalación, con el cosmos.

En esa frontera se da también la sensación que, por ejemplo, en la vista, se explica por los efluvios que nos llegan de las cosas:

Así el ver lo explica por el reflejo, pues el reflejo no surge de inmediato en la retina sino que el aire que hay entre la vista y el objeto visto es modelado, al ser contraído por el objeto visto y el sujeto que ve. (TEOFRASTO:De sensibus, 50)

Tal vez esta participación del sujeto que ve -el sujeto que siente- explica que esos átomos-emisarios que, en sí, no tienen cualidades, sino sólo forma, adquieran color, sabor, olor, por las combinaciones de nuestra alma que pone, por así decirlo, su sello especial en las cosas.Parece como si Demócrito anticipase de esta forma ideas que surgirán mucho después con la filosofía moderna.

Esa subjetividad de las sensaciones abre una puerta al relativismo y escepticismo: «conocer lo que es cada cosa en realidad es imposible, porque nosotros no conocemos nada verdadero, sino los cambios que se producen según la disposición del cuerpo» (DK B8-9).Esta perspectiva corporal enraiza también con la tradición griega y resonará después en Epicuro: Por convención existe el color; por convención existe lo dulce y lo amargo; porque en realidad sólo hay átomos y vacíos, pero los sentidos, el cuerpo protesta de ese mundo sin cualidades. «Mente infeliz» tú que sacas de nosotros tus convencimientos, ¿tratas de acabar con nosotros?Nuestra caída será tu ruina.DK B 125

La ética

La mayoría de los supuestos fragmentos originales tienen que ver con el comportamiento humano. En ellos encontramos, una vez más, ese realismo que establece «el principio del placer y el dolor-; como el criterio por el que se rige la vida» (DK B 1 88). Pero, por encima de esta nueva frontera, encontramos unos fines de extraordinario «idealismo». Hay, pues, como una sublimación de esa inevitable y segura presencia de lo que el cuerpo nos dice, para sobre ello construir un territorio moral.Como regulador de ese imperio del placer, que en los seres humanos ha de tender a la generosidad y al equilibrio, aparece el lógos, «que está acostumbrado a obtener de sí mismo su propio gozo» (DK B 146).

La belleza, la justicia, la amistad, la política son temas que surgen, entre otros, en esa búsqueda de una ética de la razón de la solidaridad:

«La patria de un alma buena es el mundo ente­(DK B247).

«El amor es justo y sereno cuando aspira a la belleza» (B73).

«Vivir no merece la pena para quien no tiene amigos» (B99).

«Por nadie es amado quien a nadie ama» (B 1, 03).

«Una ciudad bien administrada y gobernada trae el mayor bienestar a los ciudadanos y en ella se encuentra todo; pero si se arruina, todo se arruina» (B252).Por eso «es preferible la pobreza en una democracia al llamado bienestar de los poderosos, en la misma medida en que es preferible la libertad a la esclavitud» (B25 l).

Estos fragmentos de sus obras que, probablemente, expondrían una ética en la que sería interesante reconocer sus teorías físicas, llegan a nosotros como escuetas máximas morales, como átomos que se mueven en el vacío de esas obras pérdidas y tal vez contaminadas por la tradición, que nos las ha entregado: «Vine a Atenas y nadie me reconoció» (B 1 16).Frente a la popularidad de algunos filósofos de su tiempo, ese desconocimiento fue causa, tal vez, del olvido y pérdida de sus escritos y de que sólo a medias podamos hoy captar su mensaje.

Nota:

(1) De Tales a Demòcrit. El pensament presocràtic. Fragments i testimonis. Edició i traducció de Joan Ferrer Gràcia. Quadrivium ,4. edicions de la ela germinada. Girona, 2011.

Bibliografía:

VV.AA. Historia de la filosofía 2. Santillana Bachillerato. (Emilio LLedó, I.La filosofía griega y helenística).Madrid, 1997.

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