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Comentario de texto(II): Descartes




Así pues, considerando que nuestros sentidos en algunas ocasiones nos inducen a error, decidí suponer que no existía cosa alguna que fuese tal como nos a hacen imaginar. Y puesto que existen hombres que se equivocan al razonar en cuestiones relacionadas con las más sencillas materias de la geometría y que incurren en paralogismos [razonamiento inválido], juzgando que yo, como cualquier otro, estaba sujeto a error, rechazaba como falsas todas las razones que hasta entonces había admitido como demostraciones.  Y, finalmente, considerando que hasta los pensamientos que tenemos cuando estamos despiertos pueden asaltarnos cuando dormimos, sin que ninguno en tal estado sea verdadero, me resolví a fingir que todas las cosas que hasta entonces habían alcanzado mi espíritu no eran más verdaderas que las ilusiones de mis sueños. Pero inmediatamente después, advertí que,mientras deseaba pensar de este modo que todo era falso, era absolutamente necesario que yo, que lo pensaba, fuese alguna cosa. Y dándome cuenta de que esta verdad: pienso, luego soy, era tan firme y segura que todas las más extravagantes suposiciones de los escépticos no eran capaces de hacerla tambalear, juzgué que podía admitirla sin escrúpulos como el primer principio de la filosofía que yo indagaba 

(Descartes, Discurso del método,IV parte)


1.- Resumen.

El texto recorre los diferentes estados en los que son posibles el error. Comienza por los sentidos, después el entendimiento. Incluso los pensamientos que tenemos cuando estamos despiertos, reaparecen cuando dormimos, sin saber si son ilusiones. Pero entonces aparece que aunque todo sea falso, es necesario que yo, que lo pensaba, fuese alguna cosa: pienso, luego soy. He aquí el primer principio de la filosofía.

2.- Análisis.

1.- Descartes utiliza la duda metódica para alcanzar el primer principio de su filosofía: el cogito.

2.- Examina las diferentes fuentes del conocimiento:

a) los sentidos, son fuentes de error porque nos hace ver cosas que no son.
b) El entendimiento y también es posible el error. A pesar de que no lo indica, en este ámbito aparentemente su fiable la aparición del genio maligno acaba por arruinar la fiabilidad del entendimiento.
c) No es posible distinguir la vigilia y el sueño. 

3.- La conclusión era que todo cuanto conocía era falso.

4.- Pero, mientras pensaba que todo era falso, era necesario que yo, que lo pensaba fuera alguna cosa.

5.- Aunque todo cuanto conozca sea falso, es preciso que yo que lo pienso sea. Se impone una primera evidencia: pienso, luego soy (cogito ergo sum).

6.- Esta primera evidencia supone la existencia del "yo" que tiene pensamientos, pero ¿de dónde surgen? La respuesta será la necesidad de afirmar la existencia del mundo.

7.- Descartes a descubierto que a través de la duda se llegaba a la primera evidencia: el "yo". Ahora necesitará salir de ese "yo" y dirigirse hacia el mundo si no quiere estar encerrado en sí mismo: solipsismo.

8.- La posibilidad de salir de sí mismo es demostrar que existe Dios y que ha creado al yo y el mundo, cancelando además la hipótesis del genio maligno.


9.- Una vez demostrada la existencia de Dios -argumento ontológico, la idea de causa y la idea de infinito-, podrá establecer la correspondencia entre los pensamientos del yo y el mundo.

10.- Establecido esta correspondencia que Dios garantiza a través de las ideas claras y distintas, se embarcará mediante el método a conocer clara y distintamente el mundo, es decir, aquello que debe ser construido en el proceder puro del entendimiento.  

Immanuel Kant: Filosofía trascendental

Immanuel Kant (1724-1804) 


 Kant es el centro de toda una era (la aetas kantiana) crítica, cuya irradiación se extiende al menos hasta 1929 (1) . Kant se siente heredero de la tradición leibnizo-wolffiana, de la mecánica newtoniana (y sus prolongaciones dinámicas en Boscovich y Euler), el momento “escéptico” de Hume y el sentimentalismo moral de Rousseau. Estos autores son transformados por el nuevo “giro copernicano", y es que el propio Kant nos lo dice en su “Crítica de la razón pura” (314/B370) : “(..) no es raro que, comparando los pensamientos expresados por un autor acerca de su tema, tanto en el lenguaje ordinario como en los libros, llegamos a entenderle mejor de lo que él se ha entendido a sí mismo. En efecto, al no precisar suficientemente su concepto, ese autor hablaba, o pensaba incluso, de forma contraria a su propio objetivo”.

1. Preguntas que debo hacer

La historia de la filosofía se podría plantear metafóricamente como una guerra en cuyo escenario o campo de batalla se situaría la metafísica (KvV; A VII s.) y cuyos contendientes serían dos bandos irreconciliables. Los primeros serían los dogmáticos, son como pueblos sedentarios, interesados en afincarse y hacer fructífero el campo. Para asegurar sus cosecha se ven obligados a servirse de principios que sobrepasan las posibilidades y condiciones de ese mismo campo (la experiencia). Los segundos estarían representados por los escépticos, son nómadas que hacen tabla rasa de todo principio de convivencia y se contentan con llevarse como botín seguro unos cuantos frutos, condenándose así (y condenando de paso a los sedentarios) a una futura hambruna, dado que ignoran las artes del cultivo: son gentes efectivamente inculta, que nada sabe de planificación (2) . Obviamente, Kant se siente más cómodo con los primeros que con los segundos.

La filosofía de Kant no se atiene a como son las cosas en sí –noúmeno- ni tal como se presenta en su estado en bruto -empiría-, sino que pretende establecer las condiciones de posibilidad -trascendental- que hace posible el conocimiento. El sujeto kantiano debe atenerse, limitarse de acuerdo con “los intereses de mi razón”, es decir:

1)¿Qué puedo saber? 
2)¿Qué debo hacer? 
3)¿Qué me está permitido esperar? (KrV A 805/B833). 


1) En relación a la primera pregunta, establecerá su tesis del conocimiento sintético a priori, o lo que es lo mismo, su postura trascendental que supone que en el orden del conocimiento, lo dado es determinado por las estructuras de la razón humana. Por tanto, lo conocido es producto de la síntesis entre la materia en bruto de las percepciones -enseñanzas de Hume, que despierta al durmiente Kant-, y las estructuras a priori que determinan el objeto. 

Establecerá correspondencias entre el ámbito de la sensibilidad y las estructuras a priori del espacio y tiempo como condición de posibilidad para el conocimiento sensible y las estructuras a priori del entendimiento que denominará categorías como condición de posibilidad para poder pensar la pluralidad fenoménica.  Afirmará que la razón también tiene su propio campo específico a priori, es en este contexto, donde a aparece la metafísica como anhelo imperecedero del ser humano, en la búsqueda incesante de los conceptos básicos de la metafísica: Alma, Mundo y Dios. Sin embargo, dicho conocimiento suministrado por la razón, ya no es conocimiento objetivo. ¿Habrá que seguir los consejos disolventes de Hume? La respuesta de Kant, es opuesta al "despertador" del sueño dogmático. Si bien los conceptos metafísicos no son verdadero conocimiento, tienen un valor, en tanto que son aspiraciones de la razón para cerrar el círculo del conocimiento. Son faros apostados en el horizonte que permiten dirigir nuestra atención hacia el conocimiento, como meta insuperable, pero irrenunciable del ser humano. El conocimiento que se forma la razón es denominado ilusiones trascendentales.




2) ¿Qué debo hacer? La pregunta en que Kant es diáfana, hay que hacer lo que debemos hacer. La respuesta es críptica, pero el planteamiento pretende ser luminoso. La razón es capaz de seguir su propia ley moral, que llama deber. Así como en el orden del conocimiento, las estructuras a priori, garantizan la objetividad del conocimiento, también en el orden ético, existe un a priori de la razón humana, la ley moral. Ésta establece lo que en cada caso debemos hacer en conciencia. Seguir los dictados de la razón práctica, es seguir la autonomía de la voluntad, nuestra conducta no puede estar condicionada ni por nuestras inclinaciones, ni por los resultados, estamos en el campo del formalismo ético. 

¿Puedo mentir para salvar a un inocente? La respuesta en Kant sería que no podemos mentir. Es cierto que esto supone poner en peligro al inocente, sin embargo, piensa Kant, sería peor pensar que la mentira fuese buena, aunque sirviese a alguna buena causa. Lo que determina la bondad o maldad de la acción, se haya dentro de la buena voluntad, y está no podría permitir que la mentira fuese moneda corriente.

Lo cierto es que la ética kantiana no resulta de mucha utilidad si no tenemos en cuenta los resultados de nuestras acciones -¿consecuencialismo?-. Es cierto también que introduce decisiones estratégicas que suponen un cierto conocimiento de las situaciones y los posibles cursos de acción que pueden tener lugar en virtud de mis acciones, ¿existe un mínimo ético a partir del cual podamos ser capaces de tener en cuenta las consecuencias?

La ética kantiana, no se imaginaba un mundo como el nuestro, no es que el mundo de 1724 a 1804 fuese el edén, sin embargo, era un mundo más cercano a los individuos, el proceso de deshumanización habido a lo largo del siglo XIX y especialmente en el siglo XX con dos guerras devastadoras y su cohorte de espanto sin cuento, hacen difícil que la ética kantiana tenga la validez que anhelaba. No es que esperase que todos siguiésemos los dictados de la razón, pero esperaba que actuando como seres humanos el camino sería más fácil. 

3) Precisamente, la ética lleva hacia la religión, no la religión institucional sino una religión sui generis, al estilo kantiano, pero de eso hablaremos en otra ocasión.

Podem prescindir del treball?

  Llegint el grafiti, amb simbologia què avui, molt pocs sabrien dir que representa, el comunisme (s.XIX-XX), l'expressió utilitzada sem...