Sócrates y el daimon que llevamos dentro

¿Por qué la ciudad de Atenas condena a Sócrates? La respuesta se haya en el clima enrarecido provocado por los acontecimientos del 411, 404 y 401 a J.C. Sócrates se le identificará con posiciones antidemocráticas y sus enemigos llevarán a juicio en un clima propicio para su posible condena. Los malos en esta tragedia son: Anito, Meleto y Licón. Anito representaba el sector de los artistas y políticos. La leyenda cuenta historias divergentes sobre la suerte corrida por los funestos acusadores. Así, por ejemplo, Diógenes Laercio. Sin embargo, la realidad es algo diferente, pues, según nos cuenta Lisias, Anito llegó a ocupar el cargo público más importante de la ciudad. Se ha dicho que el sistema penal ateniense era rústico y rígido y por ello la pena de muerte estaba al final del proceso. El acusado podía haber escapado a ese final, pero Sócrates les responde a la Asamblea que podía salvarlo o condenarlo lo siguiente:

«Atenienses, os acojo con afecto y os amo, pero obedeceré más al dios que a vosotros, y mientras respire y pueda no cesaré de filosofar, de exhortaros, de examinar sin tregua a quienquiera de vosotros que encuentre, diciéndole lo acostumbrado: “Tú, el mejor de los hombres por ateniense, ciudadano de la ciudad más grande y afamada en sabiduría y poder ¿no te avergüenzas de poner tu cuidado en los medios para detentar lo más posible en negocios, reputación y honores, cuando para nada te preocupas del pensamiento, de la verdad y del alma, ni se te ocurre hacer de eso lo máximamente bello?” Y si alguno de vosotros lo niega, afirmando que se cuida de tales cosas, ni le atacaré ni me iré; le interrogaré y observaré a fondo, y le avergonzaré si no me parece poseer la virtud aunque él así lo crea; le reprocharé que nada son para él las cosas del más alto valor, y le censuraré tomar lo pequeño por lo grande. Estas son las cosas que el dios me ha ordenado, sabedlo bien. Y pienso que mi obediencia al dios es el máximo bien acaecido a la ciudad». /Apología de Sócrates 29 d-30 a)



¿Esas son las palabras adecuadas para que la Asamblea decida salverlo? En el Fedón 118 b Sócrates pronuncia las últimas palabras:

“-Critón, le debemos un gallo a Aclepio. Así que págaselo y no lo descuides.” Se ha escrito mucho sobre el significado. Parece que Platón quería constatar que a pesar de todo, Sócrates se mostraba piadoso con los dioses. En la acusación formulada contra él, aparecía el cargo de impiedad.

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