Parlant del feixisme i Sartre, diu Lévy*: “ (...) ha sido uno de nuestros intelectuales mejor pertrechados para pensar, problematizar y rechazar el despotismo, todas las formas de despotismo, incluyendo, cómo no, el fascismo y el estalinismo.”
La afición a la disputa
Porque veamos. Éste es el primer teorema: no se entiende nada de los totalitarismos que han ensangrentado el siglo XX, no se entiende, sobre todo, por qué ejercieron esa fascinación terrible sobre los pueblos, si olvidamos que sus responsables siempre se presentaron como personas que, antes de incendiar el mundo, antes de asolarlo, antes de eliminar a los judíos, kulaks, burgueses y otros “piojos” o “bichos inmundos” cuyo único crimen era haber nacido, tuvieron el proyecto de alumbrar un hombre nuevo y un mundo mejor.”
(...) Así es la primera ecuación que, sin comparar, ayuda a pensar y, sin perder nunca de vista lo que distingue irrevocablemente los crímenes de unos y otros, sin pasar por alto la singularidad de cada uno de ellos y la del Holocausto, destacadísima, permite conocer las regularidades que tienen en común. Su fuerza consistió en presentarse, de entrada, como amigos del género humano.
Sartre rechaza la “idea de buena comunidad”, pues, “todos los personajes de la primer época son hombres solos que experimentan las distintas formas de la aflicción, la separación y el antagonismo.” (pág.306)
Un món desmemoriat, on l'extrema dreta sedueix alegrament a una part del electoral d'Europa, valdria la pena escoltar a Sartre que va viure de primera mà el que va significar l'arribava dels totalitarismes a Europa. Perquè el missatge essencial de l'extrema dreta segueix sent el mateix. Un essencialisme, envers, la família, la pàtria, la naturalesa de les coses com ancoratge en un món a la deriva, això és el que demà l'extrema dreta què es presenta com si la realitat fos eterna e inamovible.
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