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Filosofía helenística: Epicuro (III)

Ética

Si el hombre es un compuesto de átomos -materia-, también material será su bien específico, aquél que actualizado y realizado otorga la felicidad. ¿Dónde se esconde? La respuesta de Epicuro es sencilla, es la propia naturaleza la que nos comunica con inmediatez este bien, que se llama placer. Los cirenaicos -cínicos- ya se le habían adelantado a Epicuro en este aspecto. Éstos sostenían que el placer es un movimiento suave, mientras que el dolor es violento, y negaban que fuese placer el estado intermedio de quietud, esto es, la ausencia de dolor. Epicuro, en cambio le otorga a este estado intermedio de quietud que es placer en reposo (catastemático) la máxima importancia, considerándolo como el límite supremo, la culminación del placer. También hablará de placeres en movimiento o cinéticos: la dicha y el gozo, éstos se expresan en su máximo esplendor en la amistad. Epicuro rechaza a afirmación de los cínicos que los placeres y dolores físicos son superiores a los psíquicos. Epicuro comprendió que más allá del inmediato gozo o dolor atados a la fugacidad del instante, tiene más importancia los ecos interiores y los movimientos de la psique (placeres cinéticos) que acompañan a aquellos y que tienen efectos duraderos en nuestro interior.

El verdadero placer consiste en la ausencia de dolor en el cuerpo (aponía) y la ausencia de perturbación en el alma (ataraxia). Lo que debe seguir nuestra vida moral no es tanto el placer como la razón que juzga y discrimina, es decir, la sabiduría práctica que elige entre los placeres aquellos que no arrastren dolores y perturbaciones, y desprecia aquellos otros que ofrecen un gozo momentáneo, pero ocasionan dolores y perturbaciones posteriores. Se trata en todo momento de llevar una contabilidad prudencial que determine el coste y ganancia en nuestras acciones para alcanzar un placer de largo alcance.

¿Cómo lograr la aponía y la ataraxia? Epicuro frente a las tesis cirenaicas asume una posición ascética, sustentada en las siguientes posiciones:

1) Entre los placeres naturales y necesarios, afirmará que están al servicio de la conservación de la vida. Son los únicos provechosos, pues eliminan los dolores del cuerpo. Sin embargo, se excluye el deseo y el placer del amor, porque es una fuente de perturbaciones.

2) Entre los placeres naturales y no necesarios, constituyen variaciones innecesarias de los placeres naturales, no hacen desaparecer el dolor corporal, sólo modifican el placer y pueden provocar un daño notable.

3) Entre los placeres no naturales y no necesarios, Epicuro coloca los que nacen de las opiniones de los hombres: el deseo de riqueza, poderío, honores, etc. Éstos placeres no quitan el dolor del cuerpo y además provocan siempre una perturbación en el alma.

El secreto de la felicidad consiste en reducir nuestros deseos a los placeres naturales y necesarios, lograremos riqueza y felicidad abundantes, porque para conseguirlos nos bastamos a nosotros mismos -autarquía- y en ésta reside la mayor riqueza y felicidad.

Epicuro resulta ser un expendedor de un cuádruple fármaco para los males que aquejan a los seres humanos y los convierte en infelices, la receta prescrita por Epicuro es la siguiente:

a) Son vanos los temores ante los dioses y el más allá. Los dioses existen viven encantados de sí mismo por haberse conocido, son inmortales y, no interfieren en los asuntos del mundo ni en los asunto de los hombres. Platón describió lo que sucede después de la muerte, mito de Er, donde hay premio y castigos, Epicuro nos advierte que la muerte es únicamente terrorífica para aquellos que sustentan opiniones falsas en torno a ella.




b) Es absurdo los terror ante la muerte. La muerte no es más que la disolución del cuerpo y el alma. Los átomos se disipan por todas partes, la conciencia y la sensibilidad dejan de existir, y del hombre no queda nada. Por consiguiente, la muerte no es algo temible en sí mismo, porque cuando llega, ya no sentimos nada, y después de ella no queda nada de nosotros.




c) El placer, cuando es correctamente entendido, se halla a disposición de todos. El ideal del sabio, aspira a la consecución de los placeres naturales y necesarios. La autarquía como expresión de dominio del cuerpo (aponía) y del alma (ataraxia).




d) El mal dura poco o es fácilmente soportable. ¿Cómo librarse de los males del cuerpo? La receta epicúrea consiste en tener en cuenta la intensidad de dicho dolor. Si se trata de un mal leve, el dolor físico es siempre soportable y jamás llega a ofuscar la alegría del ánimo. Si es agudo, pasa con rapidez, y si es muy agudo, conduce rápidamente a la muerte, que es el reino de la insensibilidad. Pero, ¿y sí se trata de los males del alma? Estos se curan por el conocimiento, puesto que su origen se debe a las opiniones erróneas de la mente. La filosofía se presenta como el remedio más eficaz contra este tipo de males.




El hombre que sepa administrar las dosis de este remedio adquiere la paz del espíritu y la felicidad, convirtiéndose así en dueño absoluto de sí mismo. Sin embargo, el hombre no está solo, el hombre-ciudadano de la Polis griega se ha transformado en hombre-individuo, entre estos el único vínculo digno de tal nombre es la amistad, que consiste en un nexo libre que une a quienes sienten, piensan y viven de modo idéntico. La amistad es lo útil sublimado, es decir, primero se busca la amistad para conseguir determinados beneficios ajenos a ella y luego, una vez que ha surgido, se convierte ella misma en fuente de placer y, por tanto, fin. El ideal del sabio epicúreo es aquél que vive retirado de un mundo turbulento, que es fuente infinita de dolores, la felicidad la proporciona la autarquía y la sabia administración del fármaco que los seres humanos no podemos autoadministrar.


Bibliografía:

Reale,Giovanni y Antiseri,Dario.- Historia del pensamiento filosófico y científico. Vol. I Antigüedad y Edad Media. ed. Herder.[He seguido los sabios comentarios, y he añadido y modificado allí donde me parecía que podía ayudar a hacer más compresible el texto]

(*) Ana Mª Andaluz Romanillos,J.Sarrión Cayuelas,L.Tatay Alabau, Historia de la filosofía a partir de los texto, ed.Edelvives.

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