LA FIGURA DEL FILÓSOFO (I): Platón

 1.- LA FIGURA DEL FILÓSOFO EN LA GRECIA ANTIGUA (PLATÓN Y EPICURO)


    ¿Quién no tiene en la mente la idea de que la filosofía es realizada por individuos extraños o extravagantes dedicados a sus pensamientos sin hacer caso del mundo que les rodea?

El pensamiento filosófico ha oscilado entre el hermetismo más extremo al análisis más banal de eso que denominamos realidad. La filosofía “eso que hacen los filósofos” ha dejado en general en la indiferencia más absoluta a la inmensa mayoría de la sociedad de cada etapa histórica. En el mundo antiguo el conocimiento se expresaba a través de la palabra –por ello Platón en su famoso mito de Theuth y Thamus, que aparece en el Fedro (274c-277 c) recela del valor de lo escrito, él que ha escrito una obra escrita inmensa-, la palabra que expresaba la sabiduría popular –Homero, Hesíodo- donde cada polis un rapsoda –poeta- recitaba las gestas e historias de un pasado inmemorial, el pensamiento filosófico se encontraba alejado de las preocupaciones inmediatas de la gente. La palabra del poeta entraba como flechas en el corazón y en la memoria del auditorio que sabía el contenido de la historia inmemorial, pero que esperaba que el poeta enriqueciera con su talento e imaginación nuevas historias que tendían  a reforzar los lazos de los individuos de la polis, al emparentar a ésta con algún héroe de la localidad.




¿Qué podía decir la filosofía que pudiera desbancar a los poetas? La respuesta inmediata sería nada. Sin embargo, seamos menos tajantes. La filosofía nos dice la historiografía se propone racionalizar el mito, eso lo dicen Burnett, Cornford,etc.¿Qué significa racionalizar el mito? Probablemente quiere decir muchas cosas o nada, todo depende de la perspectiva desde la cual se enfrente el autor. ¿Tales de Mileto (s.VI a.C) racionaliza el mito? No sabemos con certeza el significado de su pensamiento, pues, todo el periodo conocido como presocrático apenas nos ha dejado testimonio escrito. Esto supone que la filología del siglo XIX y de este siglo, han tenido que reconstruir el pensamiento de unos hombres que vivieron y sintieron en una época y un tiempo que ya no podemos captar en su plenitud y para el cual nosotros solamente podemos hacer una reconstrucción con los elementos que el paso del tiempo ha dejado. La figura del filósofo como sabio o bufón aparece precisamente con Tales de Mileto, el primer autor filosófico que tenemos noticia. Para el mundo antiguo Tales es uno de los siete sabios de Grecia. Nos cuentan los doxógrafos –autores que recopilaron datos de otros autores- que mientras Tales se dedicaba a pensamiento elevados –no tenemos ni idea si esa historia es verdadera o falsa-, cae en una zanja en medio del camino. ¿Qué clase de personas son los filósofos que pretenden dar lecciones a los demás, si no son capaces de cuidarse de sí mismos?

Seguramente, para contrarrestar esta historia, también se cuenta su reverso, nos lo cuenta Aristóteles en su Política, I,1259 a 9:”(..) cuentan que previniendo, por sus conocimientos de astronomía, que aquel año habría buena cosecha de aceitunas (..)arrendó los molinos de aceite de Mileto y Quíos (..) y, cuando llegó el momento oportuno, los realquiló al precio que quiso (..).Demostró, así, que es fácil a los filósofos enriquecerse, pero que no es eso lo que les interesa”.

Precisamente, este desinterés en no enriquecerse, es lo que hace a los filósofos sospechosos. Si todos queremos ser más de lo que somos, ¿no resulta sospechoso que alguien haga alarde de no querer lo que los demás desean y anhelan?

El pensamiento filosófico se ha caracterizado en términos generales por ser una reflexión alejada de los intereses cotidianos de la inmensa mayoría de la gente. Sin embargo, también los filósofos son ciudadanos que como hijos de su tiempo, viven los mismos problemas que sus conciudadanos. Aristóteles nos dejó un mensaje esencial en el quehacer filosófico, para hacer filosofía se requiere unos requisitos básicos sin los cuales no puede darse esa actividad que es filosofar. Estos requisitos, suponen tener las necesidades básicas satisfechas, parece indicar que en una sociedad no podría surgir la filosofía si no tuviese satisfecha el más elemental de las necesidades: el hambre.  

En la Grecia antigua el problema de las necesidades básicas, tiene en la institución de la esclavitud, su explicación. Un mundo agrario y mercantil, a la vez que guerrero, generó un tipo de sociedad que hacia el siglo V a.C, supuso el nacimiento de la democracia. Isegoría e isonomía son los dos conceptos que permitieron el desarrollo de una nueva forma de gobernar los asuntos generales. Isegoría, significa igualdad de palabra. Solamente los iguales están en posesión de decir. Isonomía, significa, igualdad ante la ley. La ley es uno de los triunfos del mundo griego y especialmente en Atenas, donde el “nomos” –ley- se imponía a todos los ciudadanos. Es significativo que diferentes filósofos tuvieran el encargo de redactar constituciones-leyes- para sus respectivas polis. Así destacan entre otros: Platón, que en su intento de instaurar al rey-filósofo buscó en Sicilia el lugar donde restaurar la justicia. Parménides también fue encargado por sus conciudadanos para la redacción de las leyes. 

Platón es la quintaesencia del pensamiento metafísico, que al decir de Nietzsche, corrompe definitivamente el pensamiento iniciado por los presocráticos. ¿Por qué Platón expresa ese sentimiento de un pensador alejado de los problemas cotidianos de sus contemporáneos? Los sofistas a los cuales Platón veía como el producto bastardo de una sociedad en descomposición, fueron siempre partidarios de la democracia y, su visión escéptica –antidogmática-, así como su relativismo en todos los ordenes –religiosos, éticos, etc.-, fueron siempre el blanco de los ataques de Platón.

Platón nos cuenta en su Carta VII, que su pasión más profunda fue la política. La política entendida como expresión de la justicia. Una justicia que no es de este mundo si no el mundo del mito –el mundo de las ideas-. Buscar la justicia es el camino del filósofo hacia la luz –alegoría del mito de la caverna. Somos prisioneros de lo sensible, viene a decirnos Platón, mientras que no seamos capaces de cuidar el alma, nos dice, en el Fedro no habrá posibilidad de rehabilitarnos. La filosofía como guía hacia el conocimiento que asegure de una vez por todas la justicia. Platón establece una correspondencia entre la estructura de la sociedad y el alma. Una visión jerarquizada que suponía en paso atrás en la constitución de la polis griega. La visión de la justicia está marcada por su concepción técnica –el que sabe- sobre los asuntos políticos. Es clásico, el texto que compara al pastelero y el médico en un tribunal en el cual sólo hay niños. Pregunta Platón, sabiendo de antemano cuál es la respuesta, ¿cuál de los dos será escogido por los niños? Si el pastelero endulza el paladar a los niños, mientras que el médico les prepara brebajes atroces para su curación. La comparación es ciertamente en relación a los sofistas y a los verdaderos filósofos, a saber, Sócrates. Pero Platón no pretende un debate socrático, sino más bien, un discurso mítico donde el contraste no puede darse toda vez, que lo relatado escapa a los ciudadanos. La figura del rey-filósofo presenta un rasgo contemporáneo, saber y poder se dan la mano para gestionar los asuntos público. He ahí lo novedoso en el planteamiento político de Platón. El rey- filósofo no quiere el poder por una pasión insana y enfermiza, no adquiere el poder por la vía hereditaria, ni por la fuerza; al contrario, el rey-filósofo, se ve en  la necesidad de asumir la responsabilidad de llevar a sus conciudadanos hacia el camino de la justicia. El mito de la caverna, expresa dicha idea de manera suficientemente clara. El poder y el saber están al servicio del bien común, y para que este bien común se requiere el servicio de aquel que ha visto las esencias-la utilidad de mito en el poder político expresa una forma de ideología que inaugura Platón-. Decir lo que cada cosa es, supone la creencia, que los demás no podemos conocer lo que son las cosas. El abismo que separa al rey-filósofo y sus súbditos, consiste en el superior conocimiento y aptitud para llevar los asuntos públicos. Este mensaje es puramente ideología.




Platón en su última obra Leyes, resitúa su discurso político desde el plano de la razón como instrumento para imponer la justicia, a otro plano, ya no estamos en el ágora sino en la acrópolis, cerca de los dioses, porque la razón es impotente para contener el desorden. Los dioses y no la razón nos salvará, viene a decir Platón, en las Leyes. El modelo político se sitúa en una especie de estado de emergencia permanente, donde la razón es suplanta, en beneficio de la razón de Estado.


Pàgina de Ramon Alcoberro: http://www.alcoberro.info/index.htm


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