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Descartes (V)

6. El hombre

"Puesto que, por una parte, tengo una idea clara y distinta de mí mismo, en cuanto que yo soy sólo una cosa que piensa -y no extensa-, y, por otra parte, tengo una idea distinta del cuerpo, en cuanto que él es sólo una cosa extensa -y no pensante-, es cierto entonces que ese yo (es decir, mi alma, por la cual soy lo que soy), es enteramente distinto de mi cuerpo, y que puedo existir sin él." (Meditaciones metafísicas)

El hombre es un compuesto de dos sustancias, la sustancia pensante y la sustancia extensa. Y, como el entendimiento tiene una idea clara y distinta de la sustancia pensante y una idea clara y distinta de la sustancia extensa, es evidente, según Descartes, que se trata de dos sustancias distintas, independientes, y que el alma puede existir sin el cuerpo, esto es, que de la muerte del cuerpo no se sigue la muerte del alma. Esta posición de Descartes, según la cual cuerpo y alma son sustancias autónomas,tiene importantes consecuencias: por un lado, la afirmación de la inmortalidad del alma; por otro lado, la afirmación de la libertad del hombre. En efecto, el alma, en tanto que sustancia pensante, queda excluida del mecanicismo y la necesidad, propios de los cuerpos, sustancia extensa.




Sin embargo, a pesar de concebir cuerpo y alma como dos sustancias autónomas, Descartes es consciente de la interacción real entre ambas en el caso del hombre." Pues cuando mi cuerpo está herido -dice en su sexta Meditación-, no sólo percibo la herida mediante el entendimiento, sino que además siento dolor. ¿Cómo conciliar este hecho con la concepción de cuerpo y alma como sustancias independientes? Se trata de un punto oscuro de la filosofía de Descartes; y su solución de corte fisiológico, según la cual el alma estaría localizada en un punto concreto del cuerpo, la glándula pineal(8), situada en la parte central del cerebro, y a través de la cual tendría lugar la interacción cuerpo y alma, no es, en absoluto, satisfactoria.

¿Qué le pasa al cuerpo cuándo sufre? La respuesta se halla en las pasiones que se originan en el cuerpo y su expresan en el alma. "hem de pensar que el que és en ella [alma] una passió és generalment en ell [cuerpo] una acció" (Tract de les passions, 1,art.2,pàg.78). Así pues, en el Tratado de las Pasiones, Descartes distingue en el alma -res cogitans- acciones y pasiones: las primeras dependen de la voluntad,y las pasiones son involuntarias.




El alma puede y debe vencer a las pasiones, pero se trata de vencerlas utilizándolas, así debemos cultivar la alegria que es "una agradable emoció de l'ànima, en què consisteix la fruïció d'un bé que les impressions del cervell li presenten com a seu" (T,II,91,pág.127). Es decir, la alegría nos indica las cosas que se deben cultivar(9).No se trata de eliminar las pasiones al estilo del estoicismo, no podemos, ni debemos, pero si conviene utilizar esa sabiduría para dominarlas y poder saborar de una vida que podemos convertirla por nosostros mismos o por obra de la fortuna en una vida desdichada. Precisamente, para evitarla el antidoto que propone Descartes es la generosidad: porque sabe que nada verdaderamente le pertenece,excepto sus propias voliciones y por otra, la voluntad de emprender y ejecutar todo aquello que juzga que es lo mejor."I això és seguir complidament la virtut" (T,II,153,pág.163).

Dia Mundial de la Filosofia

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