John Stuart Mill (V)

III.- La nueva economía política de Mill.

En System of Logic [Sistema de lógica] de 1843, afirmará que la economá política clásica (A. Smith, D.Ricardo) es una ciencia autónoma (no siéndolo la ciencia política). La economía política clásica es una ciencia abstracta e hipotética, construida sobre la base del análisis de una única causa explicativa de los fenómenos sociales. Esta causa era el deseo de riqueza, que actúa según la ley psicológica de que se prefiere la ganancia mayor a la menor. Posteriormente, en los Principles of Political Economy [Principios de Economía Política] apunta Mill la necesidad de ampliar el marco de análisis de la economía política.



Las modificaciones que efectúa sobre algunos principios básicos de la economía clásica son los siguientes:

1.- Establece una distinción entre las leyes de la producción y las leyes de la distribución. La distribución de la riqueza depende de las leyes y de las costumbres de la sociedad. La economía política va estudiar precisamente cómo afecta estas instituciones y costumbres a la distribución de la riqueza, pues una vez decididas, la incidencia sobre la distribución no es arbitraria, se puede estudiar como un objeto de investigación científica (Principios).

2.-   El principio del laisez-faire o de no intervención es revisado por Mill. La idea milleana es que hay que dejar hacer (laissez-faire) y considera que toda desviación de este principio, a menos que se precise por algún gran bien, es un mal seguro. Esto es así, porque “los asuntos de la vida se ejecutan mejor cuando se deja en completa libertad para hacerlos mejor cuando se deja en completa libertad para hacerlos a su manera a los que tienen interés más inmediato en ello, sin control de ninguna ordenanza legal ni la injerencia de ningún funcionario público” (Principios). Porque un pueblo que espere que se le dé todo hecho, es para Mill un pueblo a medio desarrollar. La democracia implica realizarla en todas las instituciones y niveles, y no sólo al gobierno central.

Estas tesis liberales son incompatibles con el marxismo. Uno de los prejuicios de la izquierda ha sido y es el intervencionismo. La experiencia y los hechos avalan la idea de Mill, acerca del interés que tienen los propietarios y los que no lo son. Si todo es de todos, la experiencia indica que nadie se preocupará de las disfunciones, porque espera qua la Autoridad se haga cargo del problema. La democracia en Mill no es sólo ir a votar cada cuatro años.

Para intervenir nos dice se requiere de algún gran bien, ¿cuál puede ser éste? Para empezar, la educación. Aquí Mill insta a los poderes públicos para establecer escuelas y colegios. Curiosamente, después no debe obligar ni sobornar a nadie para que vaya a ellos. Otras posibles intervenciones estatales (tienen que ver con las leyes de la propiedad y los contratos, la administración de justicia, policía, impuestos) e intervenciones facultativas, entre las cuales algunas son legítimas y otras erróneas porque deben realizarse de un modo autoritario. 

Mill no establece como anatema la intervención estatal, pero es cauteloso a la hora de establecerlas. ¿Por qué debe intervenir el Estado? La intervención estatal es deseable cuando corresponden a las circunstancias en que falta información entre los individuos, a las tareas de protección de niños y jóvenes, regulación de las condiciones de trabajo de la industria, (…) y a todos aquellos casos en que no haya iniciativa privada para cubrir una necesidad social. Mill anuncia lo que posteriormente, los economistas denunciarán como fallos del mercado y la necesidad de intervención del Estado.



3.- Mill se auto-consideraba socialista (*), porque consideraba que el problema social del futuro sería como unir la mayor libertad de acción con la propiedad común  de todas las materias primas del globo, y una igual participación en todos los beneficios producidos por el trabajo conjunto (Autobiografía)

Mill muestra interés por las organizaciones obreras, entonces aún incipientes. Se opone a la legislación antisindical, aunque ve en el sindicalismo sobre todo un medio de educación de la élite de las clases trabajadoras mediante el desarrollo de un sentido de la dignidad personal y un sentimiento de simpatía entre los trabajadores y defiende las cooperativas obreras.

De hecho, la idea de cooperación desempeña en el pensamiento de Mill un papel relativamente similar a la simpatía de Hume o la benevolencia de Bentham: un resorte moral para evitar las consecuencias socialmente perniciosas de la persecución individual del propio interés a corto plazo.

La sociedad ideal futura es, pues, para Mill, una sociedad de individuos auto-desarrollados que cultivarán las facultades espirituales más altas, para cuya consecución son necesarios medios redistributivos e incentivos educativos y morales. La “revolución moral” de Mill se limita, pues, a la necesidad de corregir los desmanes del propio sistema capitalista. Marx tratará de desmantelar el sistema capitalista. Mill no deja de ensalzar el necesario papel innovador con riesgo del empresario capitalista y, ante el bajo tono moral de la época, espera que en el futuro “inteligencias más elevadas consigan educar a los demás para mejores cosas”. La metáfora del capitalista como capitán de la nave (empresa) que navegando entre tempestades –crisis económicas-, hará las delicias no sólo de los apóstoles del mercado, también Nietzsche se hará eco de esos capitanes.

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(*) Marx hablará de Mill en El Capital. En uno, nos hablará de forma amable, cosa excepción en él. Dice así: “(…). Per evitat malentesos recordó que si bé homes com J.St Mill, etc., s’han de criticar per la contradicció entre llurs dogmes econòmics arcaics i llurs tendències modernes, seria extramadament injust de confondre’ls amb el tropell d’apologistes de l’economia vulgar.” (El Capital, II,XXII, 5, nota 65, pàg.277,)

En su tono vitriólico habitual, Marx podrá en cuestión las tesis de Mill. Así nos dirá: “(…). El senyor J.St.Mill aconseguiex, amb la seva lògica ecléctica [un reproche] habitual, compartir alhora l’opinió del seu pare, J.Mill, i la contrària. (…). Les recerques originals del senyor J.ST.Mill al camp de l’economia política, que són d’abast molt limitat i amb poc contingut, (…)”. (El Capital, I, III, 2c), nota 80, pàg. 160)

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